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Actualizado: 15 de junio de 2025


Desde dos o tres casas dejaron caer sobre ella un diluvio de flores, cuyos pétalos multicolores esmaltaron un instante la tela blanca del vestido: algunos quedaron enredados en el cabello. La gente aplaudía. ¡Mujer, la vocación de esta niña edifica! ¡Ay, dichosa de ella!..., ¡quién estuviese en su lugar!

Las dotes literarias de su autor, tan consumado en la pintura de caracteres, en la descripción de la vida aristocrática, y dueño de todos los primores del estilo, le añaden el encanto que se halla en todas las obras del autor de =Pequeñeces=. Precio: 1,50 pesetas en rústica y 2,50 en tela. P. LUIS COLOMA, S. J. de la Real Academia Española.

Había, pues, tela abundante en qué cortar, y el buen humor, la salud y los recursos daban para todo: para el campo y para la mar; para lo de puertas afuera y para lo de puertas adentro; para la vida activa a la intemperie, y para la del arte y la de familia a la sombra de los viejos paredones de Peleches...

Doña Celestina, con vestido de raso negro y mantilla de casco fina, estaba en medio de la sala con un bulto en los brazos, un montón de tela blanca, bordada, de encajes y de cintas azules. ¿Qué es esto? dijo Bonis, que entraba con las nodrizas electas a derecha e izquierda. Esto es respondió la partera que vamos a hacer cristiano a este judiazo de su hijo de usted.

En el hoyo no es como en el mundo filosofaba Gil Paz , donde nos pagamos de exterioridades y apariencias, y muchos hacen papel por la tela del vestido. ¡Vaya una pechuga la del difunto!

«Hasta para ser honrada repitió Fortunata, echando todo el peso de su cuerpo sobre las manos, para estrujar el rollo de tela como si lo amasara . De eso no se hable, porque hazte cuenta... yo, una vez que me case, honrada tengo que ser. No quiero más belenes».

Una la estaba calzando en aquel momento con diminutos y elegantísimos zapatos de la misma tela, mientras otra cosía precipitadamente algunas flores que se le habían caído. Por la parte de arriba le estaban poniendo una guirnalda de azahar en la cabeza: había gran marejada con tal motivo.

Hoy para hacer una alcantarilla se necesita por lo menos un ingeniero, un teodolito, media docena de banderolas, unos cuantos metros de papel tela, un plano, un proyecto, un expediente y un estuche de matemáticas.

No salía, sin dejarlo todo en orden, cada cosa en su sitio de costumbre: la pluma, muy limpia, envuelta en el mismo pedacito de tela negra, que trajo el primer día; la chaqueta de casa, en el segundo clavo de la percha del fondo; el lápiz, la regla y el lacre en el cajón del centro de su mesa, objetos todos que cuidaba con cariñoso esmero, como dóciles compañeros de la labor diaria.

¡No quiero; te he dicho que no quiero!... ¡Sigamos! Ella se agitó entre sus brazos con una agilidad de gimnasta, y al salir de este encierro sonó un crujido de tela desgarrada. ¡Mira, bárbaro!... ¡mira lo que has hecho! Estaba inmóvil, con la boa de piel cayéndose de uno de sus hombros, mientras buscaba en el otro el rasguño que acababa de sufrir su vestido.

Palabra del Dia

rigoleto

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