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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Y levantando a los techos de los edificios, por arte diabólica, lo hojaldrado , se descubrió la carne del pastelón de Madrid como entonces estaba, patentemente, que por el mucho calor estivo estaba con menos celosías, y tanta variedad de sabandijas racionales en esta arca del mundo, que la del diluvio, comparada con ella, fué de capas y gorras.
De trecho en trecho desembocan otras callejuelas trasversales mas estrechas, que son otros tantos desfiladeros escalonados sobre el abismo. Los techos de las casas correspondientes á la callejuela mas baja sostienen literalmente los cimientos de la inmediatamente superior, esta apoya á los de mas arriba, y así sucesivamente hasta la cima.
Mientras el acólito hablaba así, en voz baja, a Bismarck que se había atrevido a acercarse, seguro de que no había peligro, el Magistral, olvidado de los campaneros, paseaba lentamente sus miradas por la ciudad escudriñando sus rincones, levantando con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa, como el naturalista estudia con poderoso microscopio las pequeñeces de los cuerpos.
El cochero, que había oído la pregunta, designó con la punta de la fusta un campanario nuevo que levantaba su esbelta flecha por encima de los techos en los que dominaba todavía la paja característica de las cabañas. Eso es Saint-Pair y esa la villa Blanca añadió parando delante de una de las bonitas casas construidas en la costa.
Las construcciones de adobes estaban con los techos rotos y el huracán había arrancado igualmente las maderas de sus orificios de ventilación. No se veía á nadie en las calles. Sólo quedaban los hombres que ya eran habitantes del país antes de que empezasen las obras. Parecía que durante los cuatro meses de su ausencia hubiesen transcurrido diez años.
En su época morisca, el templo tenia en cedro primorosamente trabajado todos los techos de las naves; hoy no son sino de yeso, sin estucos siquiera. El templo tiene hoy cincuenta y tres capillas laterales, y ademas, en el centro, el coro y diez y nueve altares.
De trecho en trecho algún ventanón abierto sobre la terraza nos corregía los defectos de nuestra derrota, y mirando a la cúpula de la capilla, nos orientábamos y fijábamos nuestra verdadera posición. «Aquí dijo Pez algo impaciente , no se puede venir sin un plano y aguja de marear. Esto debe de ser el ala del Mediodía. Mire usted los techos del Salón de Columnas y de la escalera... ¡Qué moles!».
De todas las ventanillas surgían brazos arremangados agitando gorros blancos. Sobre los techos, algunos mocetones manoteaban con los brazos extendidos y las piernas abiertas, mientras el viento hacía ondear los pliegues de sus pantalones negros sobre unas polainas claras.
La altura de aquel edificio negativo, ó edificio hueco, es de tres metros á lo mas; y en varios puntos de los techos hay troneras oblicuas arregladas de modo que el aire se renueve, aunque laboriosamente, sin que penetran la lluvia y los rayos directos del sol.
Sin embargo, debajo de sus techos el sosiego era más aparente que real. Una gran parte del vecindario seguía durmiendo como antes a pierna suelta, pero otra no menos numerosa y estimable, sin saber a qué atribuirlo, despertaba varias veces en el curso de la noche y se pasaba en ocasiones una hora con la luz encendida leyendo los artículos de El Tiempo, sin lograr conciliar el sueño.
Palabra del Dia
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