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Actualizado: 11 de junio de 2025
La música y la propia animación los embriaga; el negro del tambor se agita como bajo un paroxismo más intenso aún y las mujeres, enloquecidas, pierden todo pudor.
No ve tampoco las sutiles telarañas que tiemblan al sol entre el ramaje, ni las agujas de pino que caen sobre su tambor. Absorto en su sueño y en su música, mira con amor moverse ligeros los palillos, y su caraza estúpida se ensancha de placer a cada redoble. ¡Rataplán! ¡Rataplán!...
El ruido de la guitarra y de los cantos de los ciegos arreció considerablemente, uniéndose al estrépito de tambores de Navidad. «¿Y tú no tienes tambor?» preguntó Jacinta al pequeñuelo, que apenas oída la pregunta ya estaba diciendo que no con la cabeza. ¡Que barbaridad! ¡Miren que no tener tú un tambor...! Te lo voy a comprar hoy mismo, ahora mismo. ¿Me das un beso?
Nada había cambiado en aquel cuadro anticuado y envejecido, en el que sólo él no se reconocía cuando el espejo le enviaba la sombra de sus bigotes, justamente encima de su retrato con falda corta y con un tambor a sus pies.
Me atormento y la torturo con mil quimeras y quejas inmotivadas... Algunas veces me pregunto si no es mi libertad la que echo de menos. Me parezco a esos niños que lloran y patalean por tener un tambor, y en cuanto lo tienen, les falta tiempo para reventarlo para ver lo que hay dentro. Lo cierto es que mi dicha no da ya el alegre sonido que yo esperaba.
Demetria hizo como se le mandaba. Cuando se estaba bañando los ojos con agua fresca llegó á sus oídos el penetrante son de la gaita y el redoble del tambor. Borróse súbita la melancolía de su rostro. Una dulce sonrisa volvió á esparcirse por él, y sin terminar de secarse salió apresuradamente al corredor.
Por alguna tribu enemiga respondió el Capitán . Como os he dicho, los habitantes del interior están en continua guerra con los de la costa. Pues el ataque no ha podido ser más oportuno para nosotros observó Cornelio . ¿Oís? Hacia el río se oía terrible clamoreo: eran gritos feroces, más de fieras que de seres humanos, y de vez en cuando sonaba un ruido como de tambor u otro instrumento análogo.
La campana de la iglesia anunciando la oración, se mezcló con los redobles del tambor del tribunal, y los huecos y broncos sonidos del atung-taqui, que sirve para dar los alertas en las avanzadas ó bantayanes de algunos pueblos de Visayas.
Esto lo cantó bajito Joaquín Orgaz, tocando el tambor en la cabeza de Guimarán. Y acto continuo el mediquillo salió de la capilla obscura donde se representaba tal escena, y se fue a buscar una aguja en un pajar, como él dijo, esto es, a buscar a Obdulia entre la multitud. Y la encontró, emparedada entre el formidable Ronzal y el cocinero de Paco.
Miraban al trasluz el aguardiente, y con los vasitos en alto y los ojos elevados, como si les hipnotizase el blanco líquido, hacíanse mutuas confidencias, arrastrando las sílabas trabajosamente. El más viejo estaba desengañado; le habían «lacerado » el corazón; lo juraba y perjuraba, dándose terribles puñetazos sobre el pecho, que sonaba como un tambor.
Palabra del Dia
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