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Actualizado: 3 de julio de 2025
¡Había visto ella tanto de eso!... La ocasión, por otra parte, no podía ser más oportuna: Fernandito había llegado al estado de imbecilidad completa que traen consigo los reblandecimientos cerebrales, y preciso era llevarlo a París a que alguna notabilidad médica intentase el verdadero milagro de despertar un chispazo de inteligencia en aquel meollo huero, que jamás había dado luz alguna.
No quiero, pues, fastidiar a mis lectores repitiendo hechos que ya presenciamos a bordo del Trinidad, y paso a contarles otros enteramente nuevos y que sorprenderán a ustedes tanto como me sorprendieron a mí.
Tiene casi iguales indicaciones que el arsénico, pero no corresponde tanto como el último á la sensacion de quemazon en el epigastrio, sensacion tan notable en esta cruel enfermedad. Se puede á veces alternar con buenos resultados los dos medicamentos en estos estados casi desesperados, y con tanta frecuencia aliviados maravillosamente por ellos.
Forbes, que dividió el mar en diez capas ó pisos superpuestos, hallólas habitadas todas, y en la última, al parecer tan sombría, encontró un pez provisto de unos ojos admirables, que, por lo tanto, ve y tiene bastante luz en un sitio que nosotros nos imaginamos rodeado de tinieblas. Vaya otra libertad de los peces.
Quedó con tanto brio nuestra gente después de esta victoria, y tan perdido el miedo á las mayores dificultades, que pedian á voces que pasasen los montes, y entrasen en la Armenia, porque querian llegar hasta los últimos fines del Imperio Romano, y recuperar en poco tiempo lo que en muchos siglos perdieron sus Emperadores; pero los Capitanes templaron esta determinacion tan temeraria, midiendo, como era justo, sus fuerzas con la dificultad de la empresa.
Más abajo, rápidas pendientes, rebordes de rocas y estribaciones cubiertas de bosques ocultan en gran parte las laderas de la montaña; pero el conjunto parece tanto más alto y sublime cuanto que la mirada abarca solamente una parte, como una estatua cuyo pedestal estuviera oculto; resplandece en mitad del cielo, en la región de las nubes, entre la luz pura.
No se atrevió a pedirle pormenores sobre las peripecias de la lucha ni sobre qué terreno se estaba realizando ahora. Lo único que se aventuró a decir fue: Espero, señor Moreno, que no tardará usted en triunfar por completo de los agentes externos. Un hombre de tanto mérito como usted no puede menos de abrirse camino en el mundo. ¡El mérito! ¡el mérito! murmuró Adolfo con sonrisa sarcástica.
Las hermanas de usted, unas señoritas, se avergonzarían de tener por cuñada a la que remendaba los vestidos de sus amigas; su mamá, toda una señora, me consideraría un poquito más que a sus criadas. Y yo, aunque sea pobre, no tengo fuerzas para tanto. Para salir de esta vida, quiero vivir en paz con la familia de mi marido y que me respeten. ¿Qué menos puedo pedir? ¿No es verdad...?
Supongo que no nos tendrá tanto tiempo olvidados como hasta ahora; que irá por casa más a menudo dijo ella teniendo aún su mano entre las del gallardo salvaje. ¿Usted quiere de verdad que vaya a menudo por su casa? dijo mirándola fijamente como un magnetizador. ¡Ya lo creo que quiero!
En casa de Pacheco, tanto por disciplina cuanto por propio impulso, debió de dibujar muchísimo, pero dando ya en la elección de modelos humildes, frutas animales y utensilios vulgares, la primer muestra de independencia: en lo demás ya nos dice Palomino que el mismo Pacheco conoció desde el principio, no convenirle modo de pintar tan tibio aunque lleno de erudición: y en verdad que aquí no se sabe qué admirar más, si la discreta osadía con que el discípulo se apartaba de lo que a sus contemporáneos y superiores merecía tanto respeto, o la perspicacia conque el maestro adivinó y la tolerancia conque permitió explayarse aquellas facultades, opuestas a las suyas.
Palabra del Dia
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