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Actualizado: 27 de junio de 2025
9 Di: Así dijo el Señor DIOS: ¿Será prosperada? ¿No arrancará sus raíces, y destruirá su fruto, y se secará? 10 Y he aquí que plantada está ella, ¿será prosperada? ¿No se secará del todo cuando el viento solano la tocare? En los surcos de su verdor se secará. 11 Y vino Palabra del SE
Toda su cara, en lo muscular, respondía a la intención de su dueño: los labios se tendían abiertamente dejando ver una dentadura ennegrecida y sólida; las comisuras de los párpados se contraían aumentando los surcos radiales que partían de ellas; los pómulos se levantaban, las arrugas de la frente disminuían... pero los ojos permanecían impávidos y fijos.
2 Mucho me han angustiado desde mi juventud; mas no prevalecieron contra mí. 3 Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos. 4 El SE
Ellos, arañando la tierra, sudando en sus surcos, dejando en sus entrañas lo mejor de su existencia, producían este líquido de oro; y los poderosos se valían de él para embriagarlos, para mantenerles como encantados en una falsa alegría.
Otros vendrían detrás, que esparcirían la simiente germinadora en los surcos fecundados por su sangre. ¡De pie y en marcha la horda de la miseria, sin más Dios que la rebelión, iluminando su camino la estrella roja, el eterno diablo de las religiones, guía insustituible de todos los grandes movimientos de la humanidad!... El grupo de braceros escuchaba en silencio al revolucionario.
Este jardín conserva todavía el mismo aspecto; únicamente los árboles, algo envejecidos, tapizan sus troncos con algunas manchas mohosas; pero los surcos de rosales y claveles extienden sus lozanos pimpollos sobre la arena de las sendas; y cantan los ruiseñores en las noches de estío entre los emparrados y las enramadas.
Y comprendió el gesto triste de su boca pálida, que colgaba con desaliento entre dos profundos surcos verticales. «¡Lo que esos ojos habrán visto!», continuó pensando. Pero los ojos no querían acordarse, y le sonreían, contentos del momento presente. Acababa de salir de un gran hotel convertido en hospital y esperaba el tranvía para ir á Mentón.
El espacio se empapaba de luz; disolvíanse las sombras, como tragadas por los abiertos surcos y las masas de follaje. En la indecisa neblina del amanecer iban fijando sus contornos húmedos y brillantes las filas de moreras y frutales, las ondulantes líneas de cañas, los grandes cuadros de hortalizas, semejantes á enormes pañuelos verdes, y la tierra roja cuidadosamente labrada.
Pero la doncella había desaparecido y la visión se había disipado. Entonces, ¿qué les restaba, sobre todo si se habían vuelto demasiado pesados para la caza, a caballo, o para cargar un fusil a través de los surcos?
Temblaba el suelo á lo lejos con blancas palpitaciones, semejantes al aleteo de una banda de mariposas posada en los surcos. Sobre unos campos, el enjambre era denso; en otros, formaba pequeños grupos. Al aproximarse el vehículo, las blancas mariposas se animaban con nuevos colores.
Palabra del Dia
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