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Actualizado: 27 de mayo de 2025


La disculpa del poco éxito alcanzado hasta ahora no puede tener fundamento más sólido ni más claro. En cambio son dignos de omnímodas alabanzas, singularmente en el general Martínez Campos, el noble patriotismo y la suprema abnegación con que fué á Cuba, exponiéndose en una lucha sin gloria á la mengua ó á la pérdida de su crédito, que ya no podía ser mayor.

Buen mozo decía de él , buen caballero, pero igual casi a los liberales. ¡Ay, la vida en tierra extranjera! ¡Cómo cambia a los hombres!... ¡Qué pecados!... Ahora su entusiasmo era sólo por Dios, y su dinero emprendía el camino de Roma. Una suprema ilusión animaba su existencia. ¿No le enviaría antes de morir la «Rosa de Oro» el Santo Padre?

Sin embargo, la hija del sillero, aunque inocente y simple como humilde menestrala, tenía un genio impetuoso, arrebatado, que en más de una ocasión estuvo a punto de dar al traste con los proyectos de D. Laureano, quien procedía con tiento, con la habilidad suprema que había logrado adquirir en cuarenta años de práctica.

Los franceses tienen grandes títulos ante la opinion del mundo entero; podrán tenerlos todos, menos el de la lógica; esa suprema geometría del albedrío que va midiendo y nivelando progresivamente el ayer y el hoy, la historia y la emocion, la emocion y el hecho.

Para el alma nutrida de pesares, para el transido corazón, acaso es el asilo de la paz suprema, del reposo y la calma en Eldorado. Pero el viajero que azorado cruza la región no contempla sin espantos que a los mortales ojos sus misterios perennemente seguirán sellados, así lo quiere la Deidad sombría que tiene allí su imperio incontrastado.

La caridad en sus labios era la necesidad suprema, la belleza suma, el mayor placer.

Apolonio valoró clarividentemente el suceso como un triunfo de Belarmino, pero dándole proporciones desmedidas. Para Apolonio, aquello había sido la consagración suprema de Belarmino como filósofo, y que de allí al acatamiento universal no había más que un paso.

»Empero la vida, sin llegar á su disolución suprema, muda sin cesar, trasuda de cuanto no la hace falta. Entre nosotros, animales terrestres, la epidermis pierde incesantemente.

Potaje, que estaba ya borracho, asentía con entusiasmo a todo lo dicho por el Plumitas. No entendía bien sus palabras, pero al través de la neblina opaca de su embriaguez creía distinguir un resplandor de suprema sabiduría. Esa es la verdá, camará. Palo a too er mundo. Sigue, que estás mu güeno.

Palabra del Dia

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