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Actualizado: 22 de junio de 2025
Para ganarlo necesitaba yo estar en las cocinas... vos me habíais despedido... era urgente el negocio... entonces fuí á ver á vuestra mujer, y la rogué, la supliqué... si vos hubiérais estado... os hubiera rogado también. ¡Infame! Ello es que ya no tiene remedio lo hecho... busquemos la salida.
Suplique V. m. en mi nombre al Sr. Condestable por vna carta de fauor suya en fauor de la persona, y en la sustancia de lo q. va en esta memoria, que es vn estudiante honrrado, y q. me le ha encomendado persona grave desta vniversidad. Tambien diga V. m. al Sr.
23 Sacarán, pues, todas tus mujeres y tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás preso, y a esta ciudad quemará a fuego. 24 Y dijo Sedequías a Jeremías: Nadie sepa estas palabras, y no morirás. 26 Les dirás: Supliqué al rey que no me hiciese tornar a casa de Jonatán para que no me muriese allí.
Yo, por excusarme de oír tanto millón de octavas, le supliqué que no me dijese cosa a lo divino. Y así, me comenzó a recitar una comedia que tenía más jornadas que el camino de Jerusalén. Decíame: -Hícela en dos días, y este es el borrador. Y sería hasta cinco manos de papel. El título era El arca de Noé.
Fuera, pues, razones, señor mío: látigo y más látigo, no sé qué sabio ha dicho que las más de las cuestiones son cuestiones de nombre: aquí, amigo mío, las más son cuestiones de personas. Y con esto despedí a mi cliente, quien no sé si habrá aprovechado mis consejos. Una cosa tan sólo le supliqué al salir por el umbral de mi puerta.
Yo le supliqué que lo dejase, poniéndole por delante que si los niños olían poeta no quedaría troncho que no se viniese por sus pies tras nosotros, por estar declarados por locos en una premática que había salido contra ellos, de uno que lo fue y se recogió a buen vivir. Pidióme que se la leyese si la tenía, muy congojado. Prometí de hacerlo en la posada.
Yo no le dejaba; lloré, supliqué. Pero él, con esa gravedad tan suya, me dijo: «Primero está el deber, Petrona». Siempre ha sido lo más esclavo del deber. Y se fué. Sufrí un síncope, y, cuando se me pasó, la figura de mi novio se me agigantó en el espíritu con proporciones napoleónicas. El amor es un cristal de aumento. Luego Eleuterio abandonó el partido.
-Aquí vive -repondió la niña- un caballero de ese nombre, pequeño de cuerpo. Y, por las señas, dije yo que era él, y las supliqué que le dijesen que Diego de Solórzana, su mayordomo que fue de las depositarías, pasaba a las cobranzas y le había venido a besar las manos. Con esto me fui y volví a casa de allí a un rato.
Creo que, con ánimo de ver al gigante de la Castañalera ante todo, fui a la cocina, en la que no cabía la gente; que supliqué a los «sobrantes» que se retiraran a descansar a sus casas, ya que, desgraciadamente, no eran necesarios allí sus buenos servicios, y hasta que conseguí en gran parte lo que pretendía; recuerdo que hallé a Mari-Pepa y a su hija convenciendo al hombrón de que las cosas habían parado en lo que acababan de parar porque no había otro camino para ellas, y de que, como ya no tenía remedio lo sucedido y él se hallaba bien cenado y en buena compañía, érale muy conveniente, para descansar y endulzar los pensamientos, acostarse en la cama que se le tenía preparada y bien lejos de los ruidos de «lo otro»; que no costó gran trabajo convencerle; que se dejó conducir a un cercano dormitorio; que se acostó; que le hicimos la tertulia hasta que le acometió el sueño, y que se durmió como un tronco y le dejamos roncando.
Protesté contra la murmuración villaverdina de la cual era yo víctima hacía tantos días; declaré que me indignaba oír tantas mentiras como repetían las gentes, y supliqué a las niñas que no dieran oídos a tales dichos.
Palabra del Dia
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