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Ahmed se hallaba entregado al sueño, bajo la salvaguardia de un negro fiel; pero, si bien es verdad que está escrito: «No despertarás a tu amigo cuando duerma», escrito está también: «Pero despiértale si hay peligro para él o para ti», y se procedió a despertar al buen Ahmed.

En Filipinas, ni la tradición ni la historia da el más ligero rayo de luz que ilumine esa raza que indudablemente vivió en sus bosques, guerreó en sus praderas, y por último se extinguió en su suelo, buscando antes retiradas guaridas donde dormir el sueño eterno. Tres horas largas hacía que permanecíamos en la gruta sin apercibirnos del calor ni del cansancio.

Hacia ella fue corriendo Adoración. «Chitito le dijo su tía, entrando pasito a paso . No hagas ruido, que tu mamá está dormida. Tiempo hace que no ha cogido un sueño tan largo. ¡Ay, señorita, lo que se perdió usted! Ha estado todo tan bien, que daba gusto».

Sin este resultado duradero, humano, levantado sobre la finalidad transitoria de lo útil, el poder y la grandeza de los imperios no son más que una noche de sueño en la existencia de la humanidad; porque, como las visiones personales del sueño, no merecen contarse en el encadenamiento de los hechos que forman la trama activa de la vida.

Los goces que soñé en mis desvaríos puede decirme otro hombre que son suyos... ¡ tienes hijos ¡ay! y no son mios!... ¡Yo los tengo tambien, y no son tuyos! Niégame el sueño su apacible olvido, y el solo pensamiento de mi mente, el eco solo que mi oido siente, es de tu dulce nombre eco querido.

Tardó mucho tiempo en conciliar el sueño. ¡A cuántas tristes consideraciones se presta este caso! Mientras la turbamulta de los sarrienses desprovistos de ingenio, de ilustración y de ánimo, dormía a pierna suelta, aquel hombre benemérito se revolcaba en su cama como en lecho de espinas, sin lograr las caricias del sueño reparador.

Si los brutos sueñan, como parece probable, y lo indican algunas apariencias, no fuera extraño que no distinguiesen entre el sueño y la vigilia del modo que lo hacemos nosotros.

Vas como el Nazareno escarnecido, ¡pero serás después un dios triunfante! Tu apostolado, en méritos fecundo, conquistará la admiración humana. Más que buscar, como Colón, un mundo. ¡ formarás el mundo de mañana! El bien social, tu sueño soberano, no impera aún sobre la tierra mía. ¡No siempre el Sol amaneció temprano, pero siempre fulgura el nuevo día!

Tenía mucho frío y mucho sueño; sin querer, pensaba en esto con claridad, mientras las ideas que se referían a su desgracia, a su deshonra, a su vergüenza, se mostraban reacias, huían, se confundían y se negaban a ordenarse en forma de raciocinio. Entró en el cenador y se sentó en una mecedora. Desde allí se veía el balcón de donde había saltado don Álvaro. El reloj de la catedral dio las siete.

Dolores había cambiado en los dos años que no la veía. Era una mujer, pero una mujer espléndida, hermosísima. Yo empecé a sentirme como en un sueño. ¿Será la vida así? pensaba al retirarme a la fonda.