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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Algunas noches cuando la tempestad alumbraba con cárdenos reflejos las cumbres de la serranía, me complacía yo en admirar los fuegos de la tormenta, los relámpagos que se sucedían sin cesar con el estrépito de mil truenos que, repetidos por los ecos, aumentaban la grandeza de aquel espectáculo celeste, como si a toda carrera cruzaran por el cielo cien trenes de guerra, al estallido de mil y mil cañones.
Pero se tranquilizaba al considerar la solidez de la bóveda: vigas y sacos de tierra se sucedían en un espesor de varios metros. Quedó de pronto en absoluta obscuridad. Otro se había refugiado en el «abrigo», obstruyendo con su cuerpo la entrada de la luz: tal vez su amigo Desnoyers.
Todo volvió a sumirse en el silencio, y los guerrilleros, reanimados un instante con la esperanza de una salvación próxima, cayeron de nuevo en la desesperación. Ha sido un sueño pensaban los desgraciados . Hexe-Baizel tiene razón; estamos condenados a morir de hambre. Mientras se sucedían estos hechos, iba la noche acercándose.
Sus ojos pasaban con distracción sobre Freya y el marino, como si no los viese. Malas noticias de Roma decía á Ferragut su amante . Estos mandolinistas malditos se nos escapan. Ulises empezó á sentir la saciedad de los días voluptuosos, que se sucedían siempre iguales. Sus sentidos se embotaban con tantos placeres repetidos maquinalmente.
La inagotable verbosidad de la exempleada, las quejas lamentables de su madre, el repique continuo de la campanilla incesantemente agitada, las caras desagradables, hipócritas o malhumoradas, que se sucedían sin interrupción en la ventanilla, esos mil pequeños detalles irritantes por su vulgaridad misma, enervaban su alma, tan fuertemente templada sin embargo, y bajo la calma aparente de sus maneras y la sonrisa forzada de su cara, gruñía una sorda rebelión, una angustia conmovedora como la llamada del desgraciado que se ahoga.
Las bofetadas se sucedían a las bofetadas, los porrazos a los porrazos. De cada golpe se inflaba un carrillo. Trabados al fin de manos y brazos, cayeron rodando. Zarapicos debajo, Pecado encima. Pecado vencía, y machacó sobre su víctima con ferocidad. El niño rabioso supera en barbarie al hombre. ¿Habéis visto reñir a dos pájaros? El tigre es un animal blando al lado de ellos.
Ni menos requiere ser descrito el espectáculo, caro a los novelistas, de las febriles peripecias que en torno de las mesas se sucedían.
Las horas pasaban; a unos campos sucedían otros monótonamente iguales, repitiéndose sin cesar los accidentes del terreno, pareciéndose siempre en algo los caseríos, las granjas, los rediles vacíos, mientras sobre las lomas o en los cerros se divisaban, como puntos inquietos blancos y negros, las ovejas y cabras que corrían acosadas por los celosos perros.
La campana, echada a vuelo, producía toda su cascada voz de abuela al esfuerzo vigoroso del campanero, estimulado por el aliciente de la propina extraordinaria que debía valerle su celo. Los repiques sucedían a los repiques; el viejo campanario, estaba como aturdido y alterado y los vidrios antiguos, ninguno de los cuales estaba intacto, temblaban en su marco de plomo.
Podía decirse que su existencia pendía de un hilo, que podía romperse de un momento a otro. El temporal se desencadenaba entonces con furor increíble. A la primera noche de tinieblas había sucedido otra de fuego. Los relámpagos se sucedían casi sin interrupción, iluminando las masas de nubes que se amontonaban confusamente y corrían hacia el estrecho de Torres.
Palabra del Dia
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