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Actualizado: 22 de mayo de 2025
-Y más -replicó el caballero-, que yo sé los sonetos que mi hermano hizo. -Dígalos, pues, vuestra merced -dijo el cautivo-, que los sabrá decir mejor que yo. -Que me place -respondió el caballero-; y el de la Goleta decía así: Capítulo XL. Donde se prosigue la historia del cautivo Soneto
Un recitado más solemne y majestuoso, con viva gesticulación, y hasta con carácter algo declamatorio, piden las estancias y también las liras y las silvas, sólo que estas últimas han de recitarse con más lentitud; la de los yambos no rimados ha de ser al contrario, ligera y sencilla, mientras que el soneto, á causa de su importancia, por regla general, y de su lenguaje escogido, necesita que se pronuncie con el mayor cuidado, sobre todo, en lo que se refiere á su exacta acentuación.
¿Pues no decíais vos en vuestro soneto, repuso ella, que vuestra alma había sido hasta ahora hielo para el amor? ¿por qué, pues, os maravilla que hielo haya sido hasta ahora, y que aún lo sea para el fuego amoroso, el corazón mío?
Por coincidencia, y aunque ella no hubiese leído el soneto de Lope, concebía imágenes pastoriles y acaso se figuraba a doña Agustina como a una mayorala o rabadana que llevaba en pos de sí, atado con un cordón, el manso que ella, la zagala Juanita, había cuidado con esmero, dándole de su sal a puñados.
Y creo haber cumplido con estas consideraciones por cuenta propia todos los términos de un prólogo al uso, del mismo modo que el poeta concluía su soneto diciendo: Contad si son catorce, y está hecho. Francisco Martín Arrúe. Madrid 20 de Octubre de 1894. Filipinas Su Presente y Porvenir
A este famoso maestro, en cuya escuela recibió parte de su instrucción literaria, se le encargó que escribiese las poesías para llorar la muerte de Isabel de Valois, en cuyo trabajo le ayudó su discípulo. Al describir estas exequias, alaba el maestro á Cervantes, autor de un soneto, una elegía y algunas redondillas, y le llama su querido y amado discípulo. Tenía entonces veintiún años.
-No dije sino Fili -respondió don Quijote-, y éste, sin duda, es el nombre de la dama de quien se queja el autor deste soneto; y a fe que debe de ser razonable poeta, o yo sé poco del arte.
No se perdió reputación ninguna; otra cosa se perdió, si no la hechura, por no ser de ningún peso ni importancia, como parece por este soneto hecho por un valiente soldado, del que pongo los cuatro versos primeros por no hacer más á nuestro caso: ¿Quién eres tú que espantas sólo en verte? Soy muchedumbre de árboles cortados, Que sobre flaca arena fabricados Contra toda razón me llaman fuerte.
Helosele la sangre que tenia, Murióse quando vió que muerto estaba La turba pertinaz en su porfia. Puesto que ausente el gran LUPERCIO estaba Con un solo soneto suyo hizo Lo que de su grandeza se esperaba. Descuadernó, desencajó, deshizo Del opuesto esquadron catorce hileras, Dos criollos mató, hirió un mestizo.
Nunca voló la pluma humilde mia Por la region satirica, baxeza Que á infames premios y desgracias guia. Yo el soneto compuse que asi empieza, Por honra principal de mis escritos: Voto á Dios que me espanta esta grandeza. Yo he compuesto Romances infinitos, Y el de los zelos es aquel que estimo, Entre otros que los tengo por malditos.
Palabra del Dia
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