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Actualizado: 15 de junio de 2025


Los derechos del hombre están desalojando a los del sacerdote y del rey, la nobleza y el clero han perdido sus privilegios seculares, la dignificante solidaridad está sustituyéndose a la humillante caridad, ha tenido lugar la emancipación de los siervos y la liberación de los esclavos, y detrás de ellos el obrero socialista, no el obrero católico que se empeña en seguir siendo del cura, el obrero ha entrado a ser persona, con derecho de vivir, de pensar y de luchar por la emancipación económica, para el mejoramiento de su condición social por una más justa participación en los frutos de su trabajo.

Es extraño que un estadito microscópico, perdido entre los contrafuertes y lagos de los Alpes, le esté dando lecciones al mundo que se llama civilizado acerca de la solidaridad fraternal de los hombres y los derechos de la vida humana!

Comenzó a frecuentar el trato de los grandes propietarios de la ciudad, que aunque despreciándole, le abrieron un hueco entre ellos con esa instintiva solidaridad de la masonería del dinero. Para adquirir mayores respetos, se hizo devoto de San Bernardo, pagó fiestas de iglesia y estuvo siempre al lado del alcalde, fuese quien fuese.

¿Qué tenía el príncipe para contrabalancear las sacudidas del destino?... Nada. Seguía viviendo como en los años de paz, pensando únicamente en él. Era todavía como habían sido los demás hombres antes de que la guerra los sacase de su individualismo egoísta, haciendo reflorecer las virtudes de la solidaridad y el sacrificio.

Ferrer era español; pero nosotros no quisimos que siguiera siéndolo, y para conseguirlo lo hemos fusilado. Desde que lo fusilamos, Ferrer dejó de ser uno de los nuestros, y hoy ¿qué nos importa el que su cadáver suscite por ahí simpatías o antipatías? Al fusilarlo, nosotros hemos roto con el señor Ferrer toda solidaridad. ¿Que actualmente Ferrer nos denigra en Bruselas?

El viejo Desnoyers se irritó al conocer la última hazaña de su hijo. Laurier le inspiraba un gran afecto. La solidaridad instintiva que existe entre los hombres de trabajo, pacientes y silenciosos, les había hecho buscarse.

Si no hay un estado eterno en la naturaleza, ¡cuánto menos lo debe de haber en la vida de los pueblos, seres dotados de movilidad y movimiento! Así es que para responder á estas preguntas es necesario fijar un espacio ilimitado de tiempo, y con arreglo á él tratar de prever los futuros acontecimientos. La Solidaridad; núm. 16: Barcelona, 30 septiembre 1889.

Freya temblaba de emoción, como un espectador entusiasta é impaciente. Algo cayó en el agua, descendiendo poco á poco: un pedazo de sardina muerta, que iba soltando filamentos de carne y escamas amarillas. Una extraña solidaridad parecía existir entre los monstruos. Sólo se agitaba para comer aquel que veía más cerca la presa.

He ahí cómo debemos pensar respecto a la España, abandonando los temas retóricos, las declamaciones ampulosas sobre la tiranía de la metrópoli, sobre su absurdo sistema comercial, que le fue más perjudicial que a nosotros mismos, y recordando sólo que la historia humana gravita sobre la solidaridad humana. El pasado es una lección y no una fuente de eterno encono.

¡Qué bello espectáculo ofrecería ese ejército vencedor al desfilar por las calles de la capital bajo arcos de triunfo y en medio de vítores y aclamaciones! ¡Cómo se sentiría confortada el alma cubana, el alma nacional, en presencia de ese abrazo fraternal que sellaría para siempre el pacto de solidaridad entre el ejército y el pueblo!

Palabra del Dia

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