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Actualizado: 7 de junio de 2025


Por regla general no habia en aquellos tiempos embajada de soberano á soberano sin costosos y esquisitos presentes, y estos solian principalmente consistir en manufacturas preciosas, por medio de las cuales adquirian las naciones el conocimiento mútuo del estado de sus artes.

Solían oir también á alguno crujir los dientes y murmurar sordamente: «¡Mal rayo te parta, ladrónEn pos de D. Marcelino venía D. Primitivo, varón formidable, de elevada estatura y amplias espaldas, rostro mofletudo y encendido, lleno de herpes, barba escasa y recortada y los ojos siempre encarnizados como los de un chacal. Era procurador del juzgado.

Los honorarios, que los directores de teatro solían pagar á los autores acreditados de comedias, ascendían en tiempo de Lope de Vega á unos 500 reales , y algo después á unos 800, suma, en verdad, insignificante, y que sólo podía ser fuente de lucro por la fecundidad de los dramáticos españoles.

Hace unos cuantos años estaba concurridísimo por las tardes: la carretera se henchía de carruajes y los caminos de gente distinguida y ordinaria. Hoy apenas va nadie hacia allí porque está a la moda el Retiro. Sin embargo, bien puede asegurarse sin temor a engaño, que llegará un día en que la Castellana recobre su antiguo esplendor: al cabo de los años mil, vuelven los coches por donde solían ir.

Nadie creía en ellos como tales rusos. Con ese ruso no tendrá usted frío, ¿eh, amigo Morote? solían decirle al distinguido periodista. O bien: ¿Un ruso nuevo? Pues ya tiene usted para tirar lo que queda de temporada...

Ora se hablaban en la misma iglesia de Capuchinos, donde fue la conversión de ella y donde ambos solían asistir; ora acudía él a casa de la actriz, si bien con prudente recato para evitar la maledicencia. No podía ésta tener el menor fundamento, pero la malicia humana levanta en el aire castillos de torpes embustes, y conviene evitar que la malicia los levante y se haga fuerte en ellos.

Los misioneros y los exploradores solían tocarles el acordeón a los antropófagos africanos, a fin de ver si eran civilizables; pero utilizar el mismo procedimiento para contrastar la bondad alemana, francamente, me parece algo ofensivo. Los alemanes son tiernos, son dulces, son musicales y lloran en el cinematógrafo.

Solían verificarse tales controversias después de la comida, cuando Pedro Lobo estaba convidado a comer en casa de los Sres. de Figueredo.

Pero en las horas de descanso procuraba yo ilustrar mi pobre espíritu con útiles lecturas que me proporcionaba encargando libros o adquiriéndolos de los viajeros que solían pasar, y que, mirando mi afición, me regalaban algunos que traían por casualidad.

Acompañando a Pipaón iba Salvador algunas veces a casa de Genara; solían comer juntos los tres, y cuando se encontraban Monsalud y Gracián también hablaban largamente del Estado y de la Iglesia.

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