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Actualizado: 24 de mayo de 2025
La opinión del prójimo, si no valía, importaba a sus ojos tanto como la misma virtud: temían más al comentario y la maledicencia que a la falta, siendo partidarios acérrimos del refrán que dice: «Pecado ignorado medio perdonado». Con tales ideas no habían de permitir que sus sobrinas viviesen solas. Soledad y Sacramento no parecían hermanas.
Es un honor que haya descendido un rey hasta tus plantas. Gracias, gracias. Pero, vamos, cuenta, cuenta, hija mía, con ese graciosísimo pico que Dios te ha dado. Me tienes impaciente. ¿Cómo fue la cosa!... Pues verá usted. ¿Se acuerda de la conversación que tuvimos al otro día de la fiesta que dió usted para presentar en sociedad a sus sobrinas Carmen y Lucía? Hago memoria.
La gente más fina de aquella vecindad, o la que más procuraba serlo, era la familia del cura, y estas dos sobrinas eclesiásticas se esforzaban en hacer contrastar su lenguaje atildado con el de su hermosa vecina. «Pero ¿no sabes, hijo, lo que me han dicho hoy? prosiguió Fortunata conteniendo la risa . ¡Ay qué gracia!... Te lo contaré para que te rías.
La de Páez no había ido, doña Petronila o sea El Gran Constantino, que no iba nunca, pero tenía abonadas a cuatro sobrinas, tampoco les había consentido asistir.
Como Jorge discurre muy bien y sabe mucha filosofía, justifica su aserto con razones que por ser muy atinadas y, sobre todo, por ser suyas, a mí me parecen definitivas. Yo creo a mi marido con amor, que es la forma de credulidad más profunda. A las once comenzaron a llegar las amigas de mis sobrinas, un grupo de muchachas presentadas en sociedad este mismo año o el anterior.
Si alguna tarde no llegaba, la dulce Penépole sufría una decepción. ¿Qué le pasará á don Pedro? preguntaba á sus sobrinas con inquietud. Esta pregunta la hacía algunas veces extensiva al hijo; pero Esteban, sin odiar al visitante, le apreciaba en muy poco.
Con la boca llena de merengue contestaba a sus sobrinas, que estaban cada vez más alegres, y aprobaba bondadosamente los cuidados de su hermana por tenerle contento. Ahora había que retirar el vino de los Escolapios: «no estaba en carácter»; y por esto el viejo saludó alegremente la aparición en la mesa de las botellas de licor de diferentes formas y clases.
Pues hoy al mediodía subí a casa de las del cura dijo ella sonriendo y pasándole el brazo por encima de los hombros . Son dos sobrinas o qué sé yo qué, guapillas, y se parecen aunque no son hermanas. Ayer estuvieron aquí y me dijeron si les quería pespuntar y dobladillar unas tiras para tableado de vestidos. Se componen mucho y tienen arriba la mar de figurines.
Las sobrinas, que son no sé cuántas, siempre tienen a punto un chiquillo que soltar al mundo cuando yo llego, y quieren que el tío de América lo apadrine. Todos parecen encantados de que mi señora no haya tenido hijos.
De tarde en tarde se presentaba don Pablo el joven, que dirigía la gran casa Dupont, dejando que sus hermanos menores se divirtiesen en la sucursal de Londres, o doña Elvira con sus sobrinas, cuyos noviazgos llevaban revuelta a toda la juventud de Jerez. La viña parecía otra, más silenciosa, más triste. Los chicuelos que corrían por ella en pasados tiempos tenían ahora otras preocupaciones.
Palabra del Dia
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