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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Todo ello servía para multiplicar los trabajos de Reyes, su responsabilidad y alarde de paciencia. Aquella resignación de su marido llegó a ser tan extremada, que a Emma acabó por parecerle cosa sobrenatural y diole mala espina.
Conseguimos que nos diera de cenar, por la insistencia de Allen. Luego, mientras nos servía la cena, nos preguntó: ¿Qué son ustedes? -Marinos. Hemos naufragado en la costa hace ocho días y venimos andando. -Si son ustedes marinos, vayan ustedes a casa del capitán Sandow. Allí les aceptarán. ¿Quién es el capitán Sandow?-pregunté yo-. ¿Un militar? -No; es un antiguo capitán de barco.
Vaya al agujero como está el muy bellaco, y agradézcame que no lo mande en el traje que usaba el padre Adán antes de la golosina. Y dos negros esclavos del hospital cogieron el cadáver y lo transportaron al corralón que servía de cementerio.
748 ¡Pero que había de aprender al lao de ese viejo paco!; que vivía como un chuncaco en los bañaos, como el tero; un haragán, un ratero, y más chillón que un varraco. 749 Tampoco tenía más bienes ni propiedad conocida que una carreta podrida, y las paredes sin techo de un rancho medio deshecho que le servía de guarida.
En reserva les diré á ustedes que con mucho sigilo me dijo en una ocasión una india que servía á una mestiza cuarterona, que ó pesar de todo cuando decía su ama, de cuando en cuando mascaba un chiquirritín buyito y saboreaba un cigarrillo; pero que siempre lo hacía teniendo cerca el cepillo de los dientes y el agua perfumada.
El archivo se quedaba en Villanueva; una vivienda de labriegos servía de escuela y de casa consistorial. El alcalde, dos veces por mes, acudía para presidir el concejo municipal, y de cuando en cuando para celebrar algún matrimonio.
«¡Vaya una tarde, caballeros, vaya una tarde! exclamó fatigado; y al chiquillo que servía le dijo : No tomo nada. He comido ya... Mi señora madre nos ha metido en el cuerpo una gallina a mi mujer y a mí... y encima tira de Champagne... y tira de bartolillos.
¡Mala pata! murmuró el torero, siguiendo adelante . ¡Cuando digo que hoy pasa argo!... Era el capellán de la plaza, un entusiasta de la tauromaquia, que llegaba con los Santos Oleos bajo la chaqueta. Venía del barrio de la Prosperidad, escoltado por un vecino que le servía de sacristán a cambio de un asiento para ver la corrida.
Con él vio a una mujer que le acompañaba, de la cual le dijeron que a una señora viuda servía, andaluza por más señas, habitante en la calle Imperial. «No pude menos de relacionar estas referencias con la señora Doña Francisca Juárez, a quien yo no había tenido el gusto de ver todavía, y hoy, al oír a usted lamentarse de la desaparición de su criada, pensé y dije para mí: «Si la mujer que se ha perdido es la que yo creo, busquemos el caldero y encontraremos la soga; busquemos al moro, y encontraremos a la odalisca; digo, a esa que llaman ustedes...
Sobre una mesa de mármol brillaba entre humo espeso de tabaco, como una estrella detrás de niebla, la llama de una bujía que servía para dar lumbre a los cigarros.
Palabra del Dia
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