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Actualizado: 20 de mayo de 2025
No ménos que su reconocimiento fuéron amorosos sus vales: porque, como está escrito en el gran libro del Zenda, las dos épocas mas solemnes de la vida son el instante en que nos volvemos á ver, y aquel en que nos separamos. Queria Zadig á la reyna tanto como se lo juraba, y la reyna queria á Zadig mas de lo que decia.
Considerémos quantos objetos se presentan á nuestros sentidos en el discurso de una larga vida, y hallarémos que las imágenes de todos se hallan en la mente. Considerémos tambien de quántas maneras combinamos, ó separamos tantos objetos, y las imágenes que tenemos de estas combinaciones.
Una voz me gritaba que no podía, marcharse así, que yo debía hablarle a toda costa. Pero ahogué valerosamente las palabras que me oprimían la garganta. Entonces nos dimos un último apretón de manos y nos separamos.
»¿Aquel hombre decíale, aquel extranjero que llegó la misma tarde del día en que nos separamos, y que habló largo tiempo con usted, no fue la causa de su partida?
Cúrela usted, sálvela le dije a Magdalena cuando nos separamos; pero no la engañe usted más. Magdalena hizo un gesto de duda como si le quedara un débil residuo de esperanza, el cual se esforzaba por mantener. No piense usted en Oliverio y no le acuse más de lo que es razón añadí resueltamente. Le di a conocer los motivos buenos o malos que decidían la suerte de su hermana.
«París 18... »¡Diez y ocho meses hace ya que estoy aquí! Sí, mi querido Domingo, diez y ocho meses han transcurrido desde que nos separamos en aquella pequeña plaza diciendo hasta la vista. Veinticuatro horas después, cada uno de nosotros pusimos manos a la obra. Deseole, mi querido amigo, que esté más satisfecho de sí mismo que yo lo estoy de mí.
El día era hermoso, claro y alegre cual de Andalucía, y recorrí con otros compañeros, que hacia el mismo punto si no con igual objeto caminaban, el largo istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz; examinamos al paso las obras admirables de Torregorda, la Cortadura y Puntales, charlamos con los frailes y personas graves que trabajaban en las fortificaciones; disputamos sobre si se percibían claramente o no las posiciones de los franceses al otro lado de la bahía; echamos unas cañas en el figón de Poenco, junto a la Puerta de Tierra, y finalmente, nos separamos en la plaza de San Juan de Dios, para marchar cada cual a su destino.
ASCLEPIGENIA. Una doncella tan sabia, educada con esmero en Atenas; una poetisa tan inspirada como tú, en quien veo renacer, en edad temprana, las altas prendas de Hipatia, no podía menos de comprender este amor mío que descuella sobre mis otros amores. ATENAIS. Es un dolor que no pueda ser el único. ASCLEPIGENIA. La culpa, hasta cierto punto, la tiene el pícaro misticismo. Por él nos separamos.
Si separamos de la superficie del universo las mejoras que succesivamente ha hecho el trabajo del hombre, la naturaleza se nos presentará en aquel estado de selvatiquez, en que se encontraba cuando por la vez primera se labró el suelo y se erigieron moradas donde resguardarse de la intemperie de las estaciones, á cuyo estado volvió la Italia despues de la invasion de los bárbaros del norte.
Tendí al anciano mi mano, que apretó con fuerza y nos separamos. Vuelto al pequeño cuarto, que ocupo bajo el techo de esta casa, que ya no me pertenece, he querido probarme á mí mismo que la certidumbre de mi completa ruina no me sumergía en un abatimiento indigno de un hombre.
Palabra del Dia
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