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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Los pies parecían los de una dama; calzaban media morada, como si fueran de Obispo; y el zapato era de esmerada labor y piel muy fina y lucía hebilla de plata, sencilla pero elegante, que decía muy bien sobre el color de la media.
De esta suerte venían los dos a corroborarse en la idea de que el Padre, quizá sin saberlo, amaba a doña Luz por estilo místico y sutil, y que doña Luz se dejaba adorar sin presumir ningún término disgustoso, sin reflexionar en toda la trascendencia que aquella adoración podría tener, y sin ver en ella más que una amistad tierna, sencilla e impecable, como la que ella profesaba al convaleciente y poético misionero.
Acaso haya algun principio etnológico que determine esas tendencias á lo subterráneo; pero la explicación mas sencilla me parece estar en la naturaleza de la industria y las costumbres de los Gitanos.
Neper dijo «hélo aquí;» y todos los matemáticos vieron que era una cosa muy sencilla.
Se habían escrito durante una temporada. Después supo que se había casado; después no supo más de ella. Ha muerto le dije. ¿Ha muerto? repitió toda turbada. ¿La conocía usted?... ¿Dónde ha muerto? La conoce hoy todo el mundo. Ha muerto en Madrid. Su historia sencilla, escrita y publicada recientemente, ha hecho derramar muchas lágrimas.
No hay formalidad, no se puede discutir decía el Marqués ; este Quintanar aplaude ahora al otro y antes se llamaba liberal. ¿Pero qué tiene que ver? No quiere usted derribar la iglesia, pero quería exclaustrar a las hijas de Carraspique.... Una sencilla secularización. Víctor, Víctor, no disparates... se atrevió a decir sonriendo la Regenta. Son bromas advirtió el Magistral.
Graznó una rana, y dijo el mandarincito: «¡Oh, qué hermosa canción, que suena como las campanillas!» «Es una rana que grazna», dijo la cocinerita. Y entonces rompió a cantar de veras el ruiseñor. ¡Ese, ése es! dijo la cocinerita, y les enseñó un pajarito, que cantaba en una rama. ¡Ese! dijo el mandarín mayor: nunca creí que fuera una persona tan diminuta y sencilla: ¡nunca lo creí!
Y ahora, siempre nos entendemos, en todas las cosas: él dice que soy demasiado seria, cuando ve que estamos de acuerdo en las ideas graves, y yo por mi parte digo que él es demasiado bueno cuando participa de mis pensamientos fútiles o simplemente locos. La verdad es más sencilla, y mañana se la voy a decir ¿cómo no lo he pensado antes? Soy su hija; ¿por qué asombrarse de que me parezca a él?
A la sombra de esas cúpulas de verdura vive una poblacion sencilla, pacífica y honrada, cuya fecundidad parece ser el resultado de la influencia que ejerce la vegetacion.
Gruñó todavía un rato, y después, volviéndose hacia Polidora, que entró a darle unos periódicos, la interpeló en tono de buen humor: Y bien, Polidora, ¿qué dice usted de mi hija? La mujer se regodeó con aire de suficiencia y dijo no sin desdén: Es una joven sencilla y sin malicia, seguramente... Pero no sabe llevar un vestido ni servirse de sus ojos... ¡Alto ahí, Polidora!
Palabra del Dia
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