Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de julio de 2025
La de Santiago, de figura cuadrilátera con sesenta y seis varas de superficie, y una fuente al lado del Oeste. La del Seminario, figurando un polígono de cuatrocientas treinta y seis varas, está decorada con el frontispicio del Seminario conciliar de quien toma el nombre. La de San Miguel, de forma cuadrilátera con setenta y dos varas de superficie.
Era la sumisión de los hombres de Iglesia, acostumbrados desde el Seminario a una humildad aparente que encubre rencores y odios de una intensidad no conocida en la vida vulgar. El cardenal adivinaba el desaliento tras esta modestia y paladeaba su triunfo.
En una de estas calles había visto Febrer el Seminario, casa larga, de blancas paredes, con las ventanas cubiertas de rejas lo mismo que una cárcel. El Capellanet, al recordarla, poníase grave, borrándose de su rostro achocolatado el blanco marfil de la sonrisa. ¡Qué mes había pasado allí!
A algunos parecerán quizás sueños estas indicaciones, pero no lo creerá así el que haya visto el subterráneo, que se encuentra en la casa número 91 del Coso frente á la parte posterior del Seminario Conciliar, cuya casa es propiedad de la familia de Asensio.
Vivamente impresionados por el espectáculo de esa poblacion en cuyo seno todo es excepcional, tipo humano, vestidos, lenguaje, costumbres, habitaciones y cultivos, trepamos hasta la altura donde se ostenta el vasto edificio del Seminario, un poco abajo de la capilla del Monte-Santo.
Don Antolín había conocido a Gabriel siendo niño y le tuteaba. En el cura ignorante subsistía aún el recuerdo de los grandes triunfos alcanzados por Luna en el Seminario, y al verle pobre y enfermo, refugiado en la catedral casi de limosna, su tuteo de superioridad no estaba exento de cierta admiración. Gabriel, por su parte, temía al Vara de plata, conociendo su fanatismo intolerante.
Humanidades, teología, cánones, todo lo vencía aquel jovenzuelo con extraordinaria ligereza que asombraba a sus maestros. Le comparaban en el Seminario con los Padres de la Iglesia que habían llamado la atención por su precocidad. Iba a acabar sus estudios muy pronto, y todos le auguraban que Su Eminencia le daría una cátedra en el Seminario antes de cantar misa. Su deseo de saber era insaciable.
Esperar que te matasen de un momento a otro, y no poder hablar, no poder quejarse, comunicando la pena ni aun a los de la familia... ¡Lo que yo he rezado ahí dentro...! Acostumbrados los de la casa a ver todos los días a Dios y los santos, somos algo duros y pecadores; pero la desgracia ablanda el alma, y yo me dirigí a la que todo lo puede, a nuestra patrona la Virgen del Sagrario, pidiéndola que se acordase de ti, ya que ibas de niño a arrodillarte ante su capilla, cuando te preparabas para entrar en el Seminario.
Pocas capitales de Europa parecían tan hermosas. Al frente, la enorme masa del Palacio Real, con sus pilastras salientes cortando las negras filas de ventanas. A un lado, la colina del Príncipe Pío, coronada de cuarteles; al extremo opuesto, la cúpula de San Francisco el Grande y el Seminario.
Las cartas que la primera parte contiene parecen escritas por un joven de pocos años, con algún conocimiento teórico, pero con ninguna práctica de las cosas del mundo, educado al lado del señor deán, su tío, y en el Seminario, y con gran fervor religioso y empeño decidido de ser sacerdote. A este joven llamaremos D. Luis de Vargas.
Palabra del Dia
Otros Mirando