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Actualizado: 9 de julio de 2025


Es mi único vicio... pero no los hay más que en la primavera y una vez por semana, aparte de algunas corridas extraordinarias.

La Regenta recordó las carracas de Semana Santa, cuando se apaga la luz del ángulo misterioso y se rompen las cataratas del entusiasmo infantil con estrépito horrísono. ¡Petra! ¡Petra! gritó. Estaba sola. ¿Adónde había ido su doncella? Un sapo en cuclillas, miraba a la Regenta encaramado en una raíz gruesa, que salía de la tierra como una garra. Lo tenía a un palmo de su vestido.

Hace dos meses, mi situación me hubiese parecido extraordinaria, inverosímil... Yo cuidando á mi marido, temiendo que me descubra y se aleje de , deseando al mismo tiempo que me reconozca y me perdone... Sólo hace una semana que vivo á su lado. Desfiguro mi voz cuanto puedo, evito frases que le revelen quién soy... Pero esto no se puede prolongar.

Animal más digno de desprecio y lástima no se ha visto ni verá. Una y otra vez en el curso de la semana, y principalmente los domingos y lunes, hacía sus cuentas sobre las costillas de su mujer con una vara de acebuche o simplemente con la mano, más dura que granito.

Por desgracia, los sevillanos no se contentan con el poético platonismo de la «reja». Sevilla, como gran ciudad y puerto comercial, y como tesoro de primores de arte y de placer, atrae singularmente, sobre todo en la Semana Santa y la primavera, no solo á muchos extranjeros sino también á los españoles de otras provincias.

Al cabo de ese tiempo volvió rico; tan rico, que usted y el señor Seton se quedaron enteramente confundidos. ¿No recuerda usted esa noche que estábamos en Helpstone, cuando salí por una semana de la escuela para estar con mi padre, porque acababa de volver de su viaje?

Se están poniendo bien las cosas, a fe mía... El ciento de pintón, que estaba la semana pasada a diez reales, ahora me lo quieren cobrar a once y medio, y el pardo a diez y medio. Estoy volada. Los materiales por las nubes... Samaniego se empeñó en que la santa había de tomar una copa de Champagne. «¿Pero qué has creído de , viciosote? ¡Yo beber esas porquerías!... ¿Cuándo cobras, mañana?

Se iría, y no la volveríamos a ver hasta que pasara la Semana Mayor. ¡Qué amargo fué para aquel mes de Febrero! Y para todos. Mis tías ocultaban su tristeza.

D. Joaquín se había ido a la chácara por una semana en compañía de tres o cuatro amigos. En las noches de jaqueca muchos tertulianos acrecentaban el mal de Rafaela, pero la visita de uno sólo podía aliviarla. Arturito acudió, pues, aquella noche, esperando tener la satisfacción de dar el alivio mencionado.

Había días de la semana destinados a la recepción de cada clase social.

Palabra del Dia

buque

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