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Actualizado: 12 de junio de 2025


Pero ésta tenía cerca su escoba, y los obligó con una rápida contraofensiva á refugiarse en la huerta, donde se subieron á los árboles. El viejo segador rió un poco, añadiendo después: El pobre Adán no sabía qué hacer. «¡Van á comerse todos mis higos y mis melocotones!», gritó levantando los brazos. Para él hubiera sido mejor un ciclón en su huerto que la entrada de la alegre soldadesca.

No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega, y corta así la seca como la verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y, aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría.

Pero excuso decir que nunca faltaban á mi lado un par de centinelas. Una tarde, á eso de las seis, los ladrones que habían salido de servicio aquel día á las órdenes del segundo de Parrón, regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan á nuestro Padre Jesús Nazareno, á un pobre segador de cuarenta á cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma. ¡Dadme mis veinte duros!

El comendador aprovecha esta ocasión de acercarse á ella, pero es rechazado con desprecio, sospechando ya sus propósitos; su desdén acrece el amor del comendador, induciéndolo á disfrazar uno de sus criados para entrar como segador al servicio de Peribáñez, y facilitar á su amo la entrada en su casa.

En el cercado inmediato estaba el solariego con el traje basto y las abarcas de tarugos, segando a más y mejor un retoño que parecía terciopelo salpicado de brillantes; y detrás de él iba otro segador que por más que menudeaba las «cambadas» en»«la faja de prado que le correspondía, no lograba picarle las almadreñas. Con tal empuje y tal soltura «tiraba» el dalle el solariego.

Márchese V., buen hombre... exclamó entonces uno que hasta lloraba. Yo hice también señas al segador de que se fuese al instante. El infeliz se levantó lentamente. Pronto... ¡Márchese V.! repitieron todos, volviéndole la espalda. El segador alargó la mano maquinalmente. ¿Te parece poco? El pobre padre se alejó llorando, y á poco desapareció.

Y además continuó el segador , Adán tuvo que desmontar las tierras vírgenes antes de cultivarlas, y echar abajo árboles inmensos, y todo lo hizo con herramientas de madera y de piedra inventadas por él. No olvidéis, hijos míos, que en esa época, Caín, que es el primer herrero de que habla la Historia, estaba todavía dando chupones á los pechos de su madre....

Vosotros sucumbís como flores modestas é ignoradas que caen bajo la hoz del segador; pero el próspero sultan que causa vuestro martirio no percibe siquiera el eco de vuestras desinteresadas esclamaciones.

Palabra del Dia

rigoleto

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