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Actualizado: 8 de octubre de 2025


Y se levantó y poniéndole afectuosamente la mano sobre el hombro, continuó: Le voy á dar uno y muy bueno porque veo que es usted listo y el consejo no será perdido. ¿Usted va á estudiar Medicina? Pues limítese á aprender cómo se ponen los emplastos y se aplican las sanguijuelas y no trate jamás de mejorar ó empeorar la suerte de sus semejantes.

El doctor P... contestó una voz. ¡Ah! ¡Es curioso! ¿Y qué dice el doctor? Que el amor es una congestión cerebral de carácter benigno que se puede curar poniendo al enfermo a dieta, aplicándole sanguijuelas y usando de sangrías moderadas. ¿Así opina usted, doctor? Claro que ; por más que conceptúo preferible la posesión. Ese que es el remedio más eficaz.

Los hombres son casi siempre torpes y testarudos que Dios los ayude ; sin embargo, cuando no están ebrios no carecen de sentimientos, aunque no sepan poner vendas ni sanguijuelas: son demasiado bruscos e impacientes. Fijaos, primero se pone esto sobre el cuerpo prosiguió Dolly, tomando una camisita y poniéndosela a la niña.

Pero Paulita había oido decir que para ir al pueblo de Isagani era necesario pasar por montañas donde abundaban pequeñas sanguijuelas, y á este solo pensamiento, la cobarde se estremecía convulsivamente. Comodona y mimada, dijo que solo viajaría en coche ó en ferro carril.

Los indios le llaman Lime-leubu, porque los valles y pantanos por donde pasa, abundan en sanguijuelas, y los Guilliches le llaman Lime, y al pais Mapu-lime, y á sus moradores Limochéas. A un lado junto á la orilla está una isla baja, llamada Nahuel-huapí, ó la isla de Tigres: Nahuel significa tigre, y huapí isla.

Habrá escultores que harán las estatuas de los obreros célebres, de los padres de la patria, y se les pagará con comestibles, mano de obra... Parece que eres tonto... Ahora, si quieres ser célebre inventando la dirección de los globos, o cosa así, entonces nada te digo. Por ahí, por ahí... Pero no envidies a los personajes del día, a esas sanguijuelas del pueblo.

Había hecho su carrera en las oficinas de Hacienda, y toda la vida había profesado ideas contrarias al predominio de la milicia. Sostuvo siempre que las sanguijuelas del Estado no eran ellos, los empleados, sino el ejército y la marina. Para demostrarlo aducía datos, exhibía notas sacadas del presupuesto, se perdía en divagaciones burocráticas.

Bastante has gozado; ya supiste lo que es la vida de esas infames sanguijuelas... Vamos, que si no meten a esa divinidad en la cárcel, ¡pobre Juan Bou, infeliz obrero!... Sigamos ahora siendo pueblo llano, independiente, liberal, y cuando caiga otra breva, veremos si conviene ser pueblo o echar una cana al aire en el mundo de los burgueses. ¡Valientes pillos! Pero aquello es vivir...».

Y había que ver a los vendedores, verdaderas sanguijuelas normandas que adivinaban una presa fácil, seguirle los pasos, meterle en el bolsillo pitos, rosquillas y golosinas y ponerle delante de las piernas rosados cochinillos y rizados y blancos corderos. ¡Cómpreme usted algo para su señora! «¡Su señora

Mas podemos afirmar, bajo palabra de honor, que un día hemos visto entrar á un niño pidiendo media libra de fideos y se la dieron; otro día entraron varios jóvenes por cohetes y salieron con ellos; y, finalmente, en cierta ocasión entró una mujer pidiendo sanguijuelas y observamos que satisfacían su demanda.

Palabra del Dia

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