Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de mayo de 2025
Habíanse despedido antes que el salto hiciesen de los que hasta allí los habían sustentado, y otro día vendieron las camisas en el malbaratillo que se hace fuera de la puerta del Arenal, y dellas hicieron veinte reales.
Permanecía en la tienda lo menos posible; cuando no estaba en la Bolsa, pasaba las horas en el café, mediando en las riñas de «alcistas» y «bajistas», con expresión de superioridad; enganchaba la charrette e iba con Teresa, muy emperejilada, a pasear su nuevo lujo por la Alameda, entre los brillantes trenes, para que supieran más de cuatro que él también, «aunque le estuviera mal el decirlo», era de la aristocracia, de la del dinero, que es la que más vale en estos tiempos; y hasta en su misma casa introducía reformas radicales, pasando la familia con violento salto de la comodidad mediocre a la ostentación aparatosa.
Una tarde iba yo con el prínsipe de Golitchof an una briska, un carruajito, ¿sabe? y ancontramos unos carros que impedían el paso; los carreteros astaban dormidos allí serca. El prínsipe saltó del coche, y a latigaso limpio los fue despertando. ¿Busté cree que sa quejaron siquiera? Nada, sa fueron a los carros y los apartaron sin desir palabra.
Creía que los buenos formaban una casta, y que él y los que de él saliesen figurarían eternamente en ella. Por esto profesaban ideas sanas, respetaban la autoridad y acataban todo lo establecido... Y de repente, un pedazo de su carne, una prolongación de su persona, se pasaba de un salto al campo de los malos, burlándose de todas las doctrinas de orden y sumisión enseñadas por su padre.
Así deberían perecer los habladores. El sobrino se calló; volvió el tío á su lectura, y no había pasado un cuarto de hora, cuando se dirigió de nuevo al lecho del joven que, vencido por el sueño, dormía ya profundamente, y gritó: ¡Despierta, Lázaro! Y despertó dando un salto, aterrado y convulso, como debemos despertar el último día, cuando suene la trompeta del Juicio.
Pero si los ojos no, el corazón lo vió con toda claridad. Quedó yerto, pegado al suelo. Sintió un desfallecimiento singular en las piernas como si fuese a caer. Mas prontamente la sangre hirvió dentro de su brioso temperamento de atleta. Tendiéronse sus músculos acerados y saltó sin tocar con las manos la paredilla de seis pies que cerraba la finca. Cayó en medio de la carretera.
¡Aurora, Aurora es! exclamó la joven dando un salto en su lecho, y mirando a su marido como miran las personas de honor que han recibido una bofetada. Ella es. Hace tiempo que el corazón me decía algo de esto, pero muy bajito, y yo no lo quería creer. Estoy tan seguro de lo que afirmo, que no puede ser más.
Iba a enfilar la puerta como una exhalación; pero viéndola ocupada por el amo, saltó sobre el mostrador, sin duda para que le sirviera de trampolín; y derribando y haciendo añicos media docena de vasos y una botella, cruzó el espacio como un cohete; pasó, sin tocar, sobre la cabeza de Simón; cayó en la calle, sin soltar la morcilla, por supuesto, y desapareció en la calleja inmediata.
Saltó un tapón con que venía herméticamente cerrada, un torrente de luz se escapó de su cuello destapado, y todo volvió a quedar en la obscuridad.
De un salto salvó varios escalones y riéndose vino a mí: ¡Hola! ¡Buenos días, Marta! gritó. Luego, de improviso, se estremeció, me miró de los pies a la cabeza y se quedó como petrificado en medio de la escalera. ¡Yo no me llamo Marta, sino Olga! dije un poco humillada.
Palabra del Dia
Otros Mirando