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Actualizado: 27 de junio de 2025
Cuando Coletilla, después de instalado en el piso segundo, manifestó á las señoras la probabilidad de que su sobrino fuese á vivir con él, Salomé se quedó un poco pensativa; pero María de la Paz dijo que no había inconveniente, supuesto que el joven, bajo la vigilancia y tutela de su tío, habría de tener el comedimiento y la dignidad que aquella casa imponía á sus habitantes.
Mutatis mutandis, puede decirse que el hijo de Salomé pensaba como el campanero de marras, proponiéndose honrar con crímenes la memoria de su madre. Gozaba Lima de aparente tranquilidad, pues ya se empezaba a sentir en la atmósfera olor a chamusquina revolucionaria, cuando de pronto cundió grave alarma, y a fe que había sobrado motivo para ella.
Y después continuó: Gracias al petitorio que yo dirijo, se han reducido dos mil y pico de reales. Tenemos misa con orquesta de capilla, y nos predica el padre Lorenzo de Soto, que es un orador que vale un Perú. ¡Oh! no me le nombre usted dijo Salomé, apartando la cara y poniéndole delante de ella la mano abierta á guisa de pantalla: es un clérigo pervertido, contaminado con las ideas del día.
Señoras, ¿qué tiene eso de particular? Si Dios las ha hecho guapas, ¿qué vamos nosotros á hacer? Pero ¡ay! me faltan cinco. Por eso he venido aquí. Y se detuvo como cortado. ¡Ha venido usted aquí! exclamó Paz abriendo mucho los ojos. ¡Ha venido usted aquí! murmuró Salomé con súbito cambio de color. Las dos ruinas se miraron Aquella mirada fugaz fué terrible.
Bajó el lacayo y vapuleó al realista. Así pagan los tiranuelos. Después de este lance, el fanático se puso malo. Dijeron algunos que se había dejado morir de hambre; otros que se había vuelto loco; otros, y esto parece lo más cierto, que le mató una profunda hipocondría. Y las señoras de Porreño, ¿qué fué de ellas? le pregunté. Nada he podido averiguar de doña Salomé contestó.
Pero al llegar á la casa esperaba á Lázaro una sorpresa que había de hacerle olvidar su discurso, á su tío y á la Fontana. Al entrar, ya cercano el día, encontró á doña Paz muy alborotada, á Salomé rondando la casa con luz, y á las dos tan coléricas y destempladas, que no pudo menos de reír á pesar del estado de su espíritu. ¡Gracias á Dios que viene usted!
Acudió Lázaro á levantarla con presteza, y en el mismo momento se oyó el ruido de una llave y entraron muy tranquilas Salomé y María de la Paz.
Salomé ostentaba en su muñeca el ridículo, que caía sobre el antepecho del balcón, ofreciendo al asombro del numeroso público los vivos colores de sus mostacillas azules y de sus lentejuelas doradas.
Doña María Salomé estaba tan momificada que parecía haber sido remitida en aquellos días del Egipto y que la acababan de desembalar para exponerla a la curiosidad de los amantes de la etnografía.
Yo les aseguro á ustedes que será de lo más lucido que se ha visto en la Corte. No será nunca como la que hicimos el año 98 en las Niñas de Loreto, cuando se trasladó la Virgen de los Dolores del oratorio del Olivar dijo Salomé. No fué el 98, sino el 3; que me acuerdo cómo si hubiera sido ayer dijo Paz. Te digo que fué el 98 insistió la otra.
Palabra del Dia
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