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Desfalleciente, perdido en el mar, entibia, no obstante, un poco la Noruega, y halla medio todavía de llevar á las costas de la Islandia las maderas de América, sin las cuales moriría esa pobre isla nevada bajo su volcán. Los dos hermanos, el Indico y el Americano, se asemejan en que, salidos de la Línea, del horno eléctrico del globo, arrastran prodigiosas potencias de creación, de agitación.

El heroico comandante del Santa Ana, D. Ignacio M. de Álava, viendo que se aproximaban algunos navíos españoles, salidos de Cádiz, con objeto de represar los buques prisioneros y salvar la tripulación de los próximos a naufragar, se dirigió con lenguaje patriótico a su abatida tripulación.

Cada uno llevaba tras un cortejo de guardas de acequia, de pedigüeños que antes de la hora de la justicia buscaban predisponer el ánimo del tribunal en su favor. La gente labradora miraba con respeto á estos jueces salidos de su clase, cuyas deliberaciones no admitían apelación.

Sería indudablemente por esos mozalbetes recién salidos del colegio, que la echan de políticos altruistas; por esos Richelieu de veinte años que alardean de misántropos; por esos poetas en capullo para quienes la desilusión es una décima musa. Pero , querido Amaury, ya que no por tu edad, por tu posición, debes pretender algo más serio. Y si en realidad no es así, aparéntalo siquiera.

Así los pueblos, salidos apenas de su barbarie primitiva, encontraban una afirmación definitiva para cuanto los chocaba, y diputaban por buena la primera explicación que respondiera lo mejor posible á la inteligencia y á las costumbres de aquel grupo humano.

10 Y cuando pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron a la puerta de hierro que va a la ciudad, la cual se les abrió de suyo; y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él. 11 Entonces Pedro, volviendo en , dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los judíos que me esperaba.

11 Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. 14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra él para destruirle.

Dicen también que después que los turcos se me llegaron, salí menos veces de las que debiera, y éstos, si se hallaron allí, se acuerdan mal, ó si no lo estuvieron, están mal informados, porque ultra de lo que creo yo que ninguna tierra que haya asediada y combatida ha echado tantas veces gente fuera ni con mejor orden, no se deben acordar que siempre que la eché volvieron huyendo con pérdida, é de que una vez que entre las otras, estando los turcos combatiéndonos las galeras, por disturbarlas y parescerme que se les podía hacer algún daño en aquella conjunctura, mandé á dos capitanes que con 300 soldados españoles é italianos saliesen asaltar las trincheas de los enemigos por la parte del Poniente, é que no solamente lo hicieran, pero que después de salidos, sin pasar del foso ni hacer ningún efecto, se volvieron al fuerte huyendo, y de que muchos que la quise echar, teniéndola á puncto é para salir, se iban las propias centinelas á dar aviso á los turcos; y también se les debe de haber olvidado que se me fueron á los turcos más de 1.000 hombres, de su propia voluntad, así por la mucha sed como por flaqueza de ánimo, é que no había hora ninguna de las del día ó noche que los enemigos no supiesen ni fuesen avisados de los nuestros propios de lo que dentro del fuerte se hacía, sin haber bastado remedio ninguno á que pudiese dejar de ser, buscando los que fueron posibles, porque para este particular tuve guardia, y porque de la mesma que mandaba poner se me iban, hice echar un bando que cualquier soldado que matase ó prendiese al fugitivo se le darían seis escudos al que le trujese vivo y cuatro al que le matase, y esto se observó y cumplió; y mandé hacer justicia de muchos que se huían, sin haber perdonado á ninguno.

Su madre había muerto cuando empezaban á elevarse entre los olivos y los pinos del rosado promontorio unos muros enormes de piedra falsamente negruzca, como las tablas pintadas de los anticuarios, y que parecían próximos á derrumbarse de puro viejos apenas salidos de la tierra. Miguel llegó á tiempo para recibir el cuerpo de la princesa en París.

La pequeñez de ciertos insectos no permite que su imágen se pinte en nuestra retina de una manera sensible; pero las leyes á que está sometida la luz hacen que por medio de un vidrio se pueda modificar la direccion de sus rayos de la manera conveniente, para que salidos de un objeto muy pequeño se hallen desparramados al llegar á la retina, y formen allí una imágen de gran tamaño; y así no será naturalmente imposible que con la ayuda del microscopio, lo imperceptible á la simple vista se nos presente con dimensiones grandes.