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Actualizado: 10 de junio de 2025
Aún recordaba ella, como si fuera ayer, cuando lo compraron en el mercado de Sagunto, pequeño, sucio, lleno de costras y asquerosidades, como un jaco de desecho. Era alguien de la familia que se iba.
Plazas, Fuentes y Algibes. Se encuentran catorce plazas en Teruel, la Mayor o del Mercado, cuya figura es un polígono, tiene quinientas treinta y siete varas cuadradas y soportales en sus contornos bien pavimentados: en esta plaza se ven las principales tiendas de comercio y fuera de los soportales el abundante mercado de artículos de consumo de todas clases y diferentes puestos, que se llaman paradas: Valencia, Sagunto y otros puntos surten a esta población de cuanto se cría en aquellas fértiles huertas y de todo lo demás que necesita: hubo un tiempo en que en la plaza de que tratamos se dieron corridas de toros, a las que asistían muchísimos espectadores habiendo llegado a pagar a media onza el asiento en uno de los espaciosos balcones que todavía existen: en ella está también la antigua casa de Ayuntamiento, desde cuyo balconage dirigieron la palabra al pueblo teruelano por diferentes veces, los que después fueron mártires Fr.
Después, en versos más o menos congruentes, añade: ¿De dónde iba a ser, si no? ¿Dónde hay este garbo, esta sal, estos andares, estas hechuras?... El público va inflamándose poco a poco en un sentimiento mixto de amor a la patria y de entusiasmo por la cupletista. ¡Viva España! grita la chica al final. ¡Viva! contestan varias voces. Pero no creo que nadie piense en Sagunto ni en Covadonga.
En las últimas visitas, Maxi no hablaba más que de la proximidad de su dicha. Contole un día que ya tenía tomada la casa, un cuarto precioso en la calle de Sagunto, cerca de su tía; otro la entretuvo refiriéndole pormenores deliciosos de la instalación. Ya se habían comprado casi todos los muebles.
El aspecto de la tropa impresionó vivamente á los del retrato; además, éstos contaban con la ayuda del regimiento de Sagunto, y el regimiento de Sagunto estaba encerrado y perfectamente custodiado en su cuartel.
Tres horas después me hallaba en el café Suizo de Madrid. Junio de 1858. Doy fe de haberlo visto con mis propios ojos, ayer á 18 de Julio, de dos á tres de la tarde, desde las venerandas ruinas de Sagunto, ó sea desde lo alto del castillo de Murviedro. Con este solo fin había salido la víspera de la villa y corte de las Españas en el tren correo.
Todo lo despreciaba y olvidaba contemplando sus tierras. Y Batiste sentíase poseído de un dulce éxtasis al verse cultivador en la huerta feraz que tantas veces había envidiado cuando pasaba por la carretera de Valencia á Sagunto.
Ya ves que soy franco. Hasta que llegó la restauración y volvimos con ella a nuestros destinos todos los leales. Conformes, hasta en eso de la lealtad; pero entre la proclamación de la República y el estampido de Sagunto pasó tiempo sobrado para que te dieras una vuelta por tus lares. ¿A qué, Manolito de mi alma? ¡Me iba tan bien por ahí afuera!
En aquel año ocurrieron sucesos y lances muy notables, como el sitio de Bilbao, la muerte de Concha, y por fin, el pronunciamiento de Sagunto. Raro era el día que no echaban los periódicos un extraordinario anunciando batallas, desembarcos de armas, movimientos de tropas, cambios de generales y otras cosas que por lo común daban pie a inacabables comentarios.
Palabra del Dia
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