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Libres del sistema de explotacion, sin despechos ni desconfianzas; el pueblo trabajará porque entonces el trabajo dejará de ser infamante, dejará de ser servil, como imposicion al esclavo; entonces el español no agriará su caracter con ridículas pretensiones despóticas y, franca la mirada, robusto el corazon, nos daremos la mano, y el comercio, la industria, la agricultura, las ciencias se desenvolverán al amparo de la libertad y de leyes sabias y equitativas como en la próspera Inglaterra...

Principia siempre a hablar con cierto desdén altanero, y su palabra en los primeros momentos es perezosa y torpe; parece que está distraído como si le arrancasen de improviso al mundo de reflexiones sabias y profundas donde habita a la continua. Mas a medida que el tiempo trascurre y el asunto penetra en él, toma calor y su discurso adquiere un brío extraordinario.

Mañana hace un mes que murió tu hermano Pepito... Yo que has tenido una convulsión por haber visto la caja... A no me han dejado ir a tu casa porque decían que me iba a impresionar, pero toda la tarde la pasé llorando... Luisa te lo puede decir... Lloraba porque Pepito y yo éramos novios... ¿no lo sabías? ¡No! Pues lo éramos desde hacía dos meses.

Y en contra de lo dicho, afirma en otros pasajes, por ejemplo, que el Casino de Córdoba es grandioso, y ensalza el Ateneo de Madrid, que al fin es un casino donde no se juega, encomiando su rica y selecta biblioteca, su gran salón de sesiones y sus cátedras, donde personas sabias y elocuentes enseñan diversas ciencias y facultades.

¡Quién le hubiera dicho a Ronzal que él debía el verse diputado de la Comisión a una de estas sabias combinaciones!

Miriadas de trabajadores microscópicos laborarán el esqueleto, limpiándolo de las últimas impurezas adheridas á su andamiaje, desmontando las sabias articulaciones, raspando el cemento que adhiere las vértebras. Un día, la mandíbula inferior se despegará, rodando hasta la cavidad abdominal, una mandíbula cuyos dientes conocieron el esplendor de la sonrisa y la caricia del beso.

El amigo García gozó el privilegio de asistir a estos ensayos y hacer sobre ellos profundas y sabias disquisiciones, aunque siempre confidenciales, esto es, cuando se ponía al habla con Tristán. De otra suerte, sentía por el anciano académico un medroso respeto. Desde que comenzaron los ensayos todas las facultades psíquicas de García se concentraron en este magno acontecimiento.

No sólo hay éxitos en la carrera diplomática y un solo pantalón rojo vence a veces, nada más que con mostrarse, a las sabias combinaciones de todos los Talleyrand del mundo.

Creyéndola enterada del desastre por alguna noticia particular, la dijo con el mayor desaliento: ¿Conque ya lo sabías? ¡Hace diez minutos nada más! respondió doña Juana, trémula y tartamudeando. ¿Quién te lo contó? Nadie. No puede ser eso. Alguno te ha dicho... Repito que nadie. Viendo yo que no salía de su cuarto a la hora acostumbrada, fuí allá para ver si estaba enferma.

La principal figura del grupo, y por serlo la he dejado para lo último, es nada menos que donna Olimpia de Belfiore, una de las más artísticas, hermosas, sabias y elocuentes mujeres, que ha producido Italia en nuestros días, en que renacen, más allí que en otras regiones, la antigua cultura greco-romana y las ciencias y artes de amor, de paz y de guerra.