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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
El asunto era de los que no se disputan largo tiempo, porque todos los interesados saben que bajo motivos ostensibles se oculta otro, que es el verdadero, y que por común acuerdo todos saben que no puede ser discutido ni contestado.
Entre aquellos dos hombres aturdidos, sólo Bettina conservaba su sangre fría, y con voz clara y precisa comenzó de esta manera: Para tranquilidad de vuestra conciencia, os diré primero, señor cura, que estoy aquí con el consentimiento de mi hermana y mi cuñado, que saben por qué he venido y lo que pienso hacer: no sólo lo saben, sino que lo aprueban también. Me habéis comprendido, ¿verdad? Bueno.
Ten siempre dispuesta tu casa y esté a todo huésped abierta, que acaso la sombra que pasa es sombra de tu madre muerta. No cierres tu puerta. ¿No sabes que cruzan el largo camino mil sombras, mil vidas, mil aves que apenas si saben cuál es su destino?
» Mi hijo insistió con voz tremenda el espectro no tiene obligación de saber esas cosas, ni sus padres la tienen tampoco: lo que saben los padres y el hijo, porque son bautizados y no han renegado nunca de serlo, es que hay que bajar la cabeza cuando pasan las iras del cielo, como pasan ahora para castigo de usted. Quien la hizo, que la pague.
Si á un hombre del siglo XV se le hubiese dicho que en lo venidero se recorreria en una hora la distancia de doce leguas, y esto sin ayuda de caballos ni animales de ninguna especie, habria mirado el hecho como naturalmente imposible; y sin embargo los viajeros que andan por los caminos de hierro, saben muy bien que van llevados con aquella velocidad por medio de agentes puramente naturales. ¿Quién sabe lo que se descubrirá en los tiempos futuros, y el aspecto que presentará el mundo de aquí á diez siglos?
Las mujeres están como divorciadas de los hombres, pero, á pesar de esto, saben muy bien escribir sus billetes, dando citas á los que aman: grande es el riesgo para ellas, para sus amantes y para los mensajeros; pero desafiando ese peligro, se dan trazas hábiles con su ingenio y con su dinero para esquivarlos, y burlarse del Argos más vigilante.
Las hembras son más tímidas que los machos y están indefensas. Si se las daña, no saben más que llorar y agitarse dolorosamente lanzando miradas de desesperación.
Creo, señora, que la camarera mayor y el duque de Lerma, saben que paso la noche con vos. Pero saben que la pasáis por sorpresa. No tanto, no tanto. Os habéis venido huyendo del duque de Lerma. ¿Qué hacéis? dijo Felipe III. Ya lo veis, me siento. No creo que sea hora de velar, ni yo ciertamente he venido aquí para trasnochar sentado junto á vos. La reina no contestó. Vos no me amáis dijo el rey.
Mucho permitía su riqueza a los de Algalia; pero más valía su exquisito modo de elegir: eran de los pocos que saben comer, cosa harto difícil de aprender, porque sólo a gente rica está reservada su enseñanza.
La arruinada duquesa de Delille se lleva al príncipe multimillonario para ser su amante y sacarle el dinero... ¡Y no saben que soy yo quien paga! Anda, ríete un poco. ¿Te parece mal que yo pague?... ¿No encuentras eso gracioso?... Habló de su imprevisión y su alocamiento con cierto orgullo, como algo que la colocaba sobre todas las gentes de costumbres regulares.
Palabra del Dia
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