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Actualizado: 21 de junio de 2025


Y tal es El buen paño....., del señor D. Juan F. Muñoz Pabón, presbítero de Sevilla, creo que cura de una de las parroquias de aquella ciudad, y en quien, no hará todavía un año, la aparición de Justa y Rufina nos dio a conocer a un nuevo y excelente novelista, ingenioso y discreto.

Que si cielo, que si infierno, que si Dios, que si diablo, que si... tres mil rábanos. ¡Y la muerte, esa muy pindonga de la muerte, que no se acuerda de tanto pillo, de tanto farsante, de tanto imbécil, y se le antoja mi niño, por ser lo mejor que hay en el mundo!... Todo está mal, y el mundo es un asco, una grandísima porqueríaRufina se fue y entró Bailón, trayéndose una cara muy compungida.

Y sin moverse había dado sus órdenes. Y doña Rufina, volviéndose a las damas, había dicho sonriente: Ea; ahora fuera gente loca; a la cocina y dejadme en paz. Y se había enfrascado en la lectura de Los Mohicanos de Dumas. Visita hacía muy a menudo semejantes irrupciones en casa de cualquier amiga. Ella entendía así la amistad. ¡Pero si su cocina era infernal!

El corazón dió en decirle que encontraría buenas noticias, el enfermo aliviado, la cara de Rufina sonriente al abrir la puerta; y en su impaciencia loca, parecíale que el carruaje no se movía, que el caballo cojeaba y que el cochero no sacudía bastantes palos al pobre animal.... «Arrea, hombre. ¡Maldito jaco! Leña en él le gritaba. Mira que tengo mucha prisa

Rendida de cansancio, Rufina no podía ya con su cuerpo: cuatro noches hacía que no se acostaba; pero su valeroso espíritu la sostenía siempre en pie, diligente y amorosa como una hermana de la caridad.

Los pescadores, desde sus botes, lanzaban envidiosas miradas; los pilletes, desnudos, de color de ladrillo, echábanse al agua para tocarle la enorme cola. Rufina se abrió paso entre la gente, llegando hasta su marido, que con la cabeza baja y una expresión estúpida oía las felicitaciones de los amigos. ¿Y el chico? ¿Dónde está el chico? El pobre hombre aún bajó más su cabeza.

¡Es demasiado borrico! decía doña Rufina cuando le hablaban de Trabuco; y procuraba tenerle alejado tratándole con frialdad ceremoniosa. Ronzal se vengaba diciendo que la Marquesa era republicana y que escribía en La Flaca de Barcelona, y que había sido una cualquier cosa en su juventud.

Palabra del Dia

rigoleto

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