Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de noviembre de 2025


Y a continuación de este exordio empezó su discurso por el final, mencionando la conversación de la noche anterior con «la buena señorita», de litera a litera, después de haber rezado el rosario.

Hacia los taludes del Rosario la vecindad no es muy distinguida, ni las vistas muy buenas, por caer contra aquella parte las prisiones militares y encontrarse a cada paso mujeres sueltas y soldados que se quieren soltar.

Hazme guisos sencillos, sabrosos y sanos, y de este modo tendremos siempre el respeto de la crítica y la aceptación del público. Desde entonces, la Rosario pone sus cinco sentidos en la cocina. A veces, advierto la desaparición de algún plato, pero no es culpa de la Rosario. Yo no lo rompí. Fue él. Lo tenía en la mano, y se cayó. Se hizo pedazos contra el suelo...

Por la escalinata que da entrada a la portería salían los novicios a paseo, de tres en tres, con el rosario al ceñidor, el continente modesto, los ojos bajos; tomaban todos hacia la carretera, serenos y alegres, descubríanse al pasar ante la estatua de su fundador, con el cariñoso respeto con que se saluda a un padre, y repartíanse luego en distintas direcciones, por diversos caminos y senderos.

Rióse mucho el soldado de la pregunta, y el ermitaño de su desnudez, y con tanto llegamos a la falda del puerto, el ermitaño rezando el rosario de una carga de leña hecha bolas, de manera que a cada avemaría sonaba un cabe; el soldado iba comparando las peñas a los castillos que había visto, y mirando cuál lugar era fuerte y a dónde se había de plantar la artillería.

El barco aceleró su marcha confundiendo en una cinta verde los dilatados campos de la Estanzuela. ¡Adiós risueñas playas! ¡Adiós, gratos recuerdos! Naig, Marigondon, Santa Cruz ... fueron quedando tras de la estela de la María Rosario. Los límites de la provincia que constituye la Andalucía de Filipinas desaparecieron.

Era un viejo alto y descarnado, hasta el punto de traslucirse todos sus huesos; traía una vieja sotana ceñida a la cintura por un orillo de que pendía un rosario, y escapábanse de su gran becoquín largos mechones blancos.

Aquel relicario tenía su historia: lo había dado una monja, la hija de Capitan Tiago, á un lazarino; Basilio, habiéndole asistido á éste en su enfermedad, lo recibió como un regalo. Ella no podía venderlo sin avisárselo antes. Se vendieron corriendo las peinetas, los aretes y el rosario de Julî á la vecina más rica, y se añadieron cincuenta pesos; faltaban aun doscientos cincuenta.

Tenía en las manos el rosario y vagaba aún en sus labios su pura sonrisa de niño; sobre su frente, amarilla como el marfil antiguo, un nimbo de cabellos blancos realzaba el tipo más peregrino de belleza moral que puede fingirse el hombre: la inocencia con la cabeza blanca...

Dicho esto se apartó de . Un instante después le vi sentado en un rincón de la cámara. Estaba rezando, y movía las cuentas del rosario con mucho disimulo, porque no quería que le vieran ocupado en tan devoto ejercicio.

Palabra del Dia

vengado

Otros Mirando