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Actualizado: 12 de junio de 2025


El Magistral venía a desahuciarlo. «Era un impío». ¿Un impío Ronzal? ¡Su amigo de usted! se atrevió a decir Carraspique. ; don Francisco, mi amigo; pero lo primero es lo primero. Yo sacrifico al amigo tratándose de la felicidad de su hija de ustedes. Una lágrima de las pocas que tenía rodó por el rostro de la señora de la casa.

Pues dicen que Olvidito está supeditada a la voluntad de don Fermín; que no se casa ni se casará porque él quiere hacerla monja, y que don Manuel autoriza esto, y.... Y yo juro que es verdad, señor don Álvaro gritó Foja. ¿Pero cree usted, también que el Magistral haga el amor a la niña? Eso es lo que yo no . Ni lo otro dijo Ronzal.

Se trataba añadió Foja de las varas que toma o no toma cierta dama, hasta hoy muy respetada, y de los refuerzos espirituales que su atribulada conciencia busca o no busca en la dirección moral de don Fermín.... ¡Je, je!... Ronzal no entendía. A ver, a ver; exijo que se hable claro. Joaquinito miró a su papá como pidiendo auxilio.

Comprendió que el tener razón era allí lo de menos. A Ronzal ya le echaban chispas los ojos montaraces. Se había embrollado y esto era lo que más le irritaba siempre, perder el discurso a lo mejor. ¡, señor, esa cuestión; y quiero que se hable claro! Ni él mismo sabía lo que exigía. Foja se encargó de poner las cosas claras.

Buenas tardes, señores dijo Ronzal sentándose en el corro. Dejó los guantes sobre la mesa, pidió café y se puso a mirar de hito en hito a Joaquín, que hubiera querido hacerse invisible. ¿De quién se murmura, pollo? preguntó el diputado dando una palmada en el muslo no muy lucido del sietemesino. Para piernas, Ronzal.

Si nunca pudo sacudir de la prístina ignorancia, en el andar, y en el vestir y hasta en el saludar, fue consiguiendo paulatinos progresos, y se necesitaba ser un poco antiguo en Vetusta para recordar todo lo agreste que aquel hombre había sido. Desde el año de la Restauración en adelante pasaba ya Ronzal por hombre de iniciativa, afortunado en amores de cierto género y en negocios de quintas.

Que resulta padre añadió Ronzal ; circunstancia agravante. El hombre abandonado a sus instintos es naturalmente inmoral, y como el pueblo no tiene educación.... El juez aprobó con la cabeza, sin separar los ojos de los gemelos con que apuntaba a Obdulia, vestida de negro y rojo y sentada sobre tres almohadones en un palco contiguo al de Mesía.

Se quedó en que aquella noche cenarían todos los del corro a costa de don Frutos. ¡Raro desprendimiento en aquel corazón amante de la economía! Ronzal creyó que una vez más se había impuesto a fuerza de energía; ¡y ahora delante de don Álvaro! Aceptó la cena y el papel de vencedor; por más que estaba seguro de que en su casa no había diccionario. Pero ya que Foja lo decía....

Se había dicho allí con más o menos prudencia, que el señor Magistral iba a ser en adelante el confesor de la señora doña Ana de Ozores de Quintanar, porque esta ilustre y virtuosísima dama, huyendo de las asechanzas de un galán, que no era el señor Ronzal.... Es Mesía interrumpió Joaquín.

Pero desde que era de la Junta Ronzal, que había visto otros usos en sus cortos viajes, los porteros se inclinaban al pasar un socio sin importancia, y hasta dejaban oír un gruñido, que bien interpretado podía tomarse por un saludo; si era un individuo de la Junta se levantaban de su silla cosa de medio palmo, si era Ronzal se levantaban un palmo entero y si pasaba don Álvaro Mesía, presidente de la sociedad, se ponían de pie y se cuadraban como reclutas.

Palabra del Dia

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