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Actualizado: 8 de junio de 2025


Debía haber ocurrido algo muy grave, muy grave, para un rompimiento tan completo, tan definitivo, que parecía ser eterno; porque ella, desde que abrió los ojos, recordaba haber visto siempre las cosas así. ¿Sabes, Agapo, cuál ha sido la causa?

Es también seguro que Salomé pasaba muchas noches llorando, y que en aquel asunto intervinieron el fraile y el Marqués. El teniente fué mandado al Perú, y no se supo nada más de él. Es imposible expresar lo que sufrió la pobre alma de la joven Porreño con el terrible golpe del rompimiento de la boda. Ella esperaba no qué de aquel enlace. ¡Misterios femeninos!

Quería pagar á sus amantes, abrumarlas con sus regalos, verlas como esclavas favoritas cubiertas de joyas. Así era más fácil el rompimiento; podía alejarse cuando quisiera, satisfecho de su conducta, sin emoción ante las quejas y las lágrimas.

Juan entró. La salida de aquel señor le produjo en un instante dos sentimientos distintos que se sucedieron con brevedad. El primero fue algo de enojo, el segundo satisfacción de que el acaso le proporcionase un buen apoyo para el rompimiento que deseaba... «Me parece que yo conozco a este señor tan terne.

Recibida del Emperador esta embajada, luego le pareció imposible el satisfacer por las grandes pagas que le pedian, pero por no llegar á rompimiento, y á una guerra declarada, les remitió á Berenguer de Entenza, para que por su medio se quietasen con darles parte del dinero que le pedian.

Aunque muy contra su gusto, aceptó la invitación para que no sospechase su mal humor, y se esforzó en aparecer jocoso. Consiguiólo sólo á medias; tanto que Manolo, que ignoraba el rompimiento con Soledad, notó, sin embargo, al poco rato que su alegría no era espontánea y le preguntó: ¿Qué tienes? Parece que estás preocupado. ¿Yo?... Ni por pienso, hijo.

¿Quiere usted un rompimiento? exclamó deteniéndose de repente y mirándome a la cara, pues íbamos juntos por los paseos del bosque, delante del grupo de nuestros amigos, que no podían oírnos. Mi corazón flaqueó y no pude soportar el desafío de su mirada ni el brillo de su belleza.

Lo grave era que don Juan comprendía, no sólo que le agradaba la posesión y goce de los encantos de Cristeta, sino que también le cautivaba su trato, carácter y conversación, y esto es lo más peligroso que respecto de la mujer puede acontecerle a uno. Luego se imponía el rompimiento. El gusto que de ella y con ella recibía, no era razón para perpetuar el amorío.

Pudiéranse atajar, si la diversidad de cabezas que habia en nuestro ejército, tuvieran entera autoridad con los súbditos, y ellos estuvieran unidos; porque siempre, que un Príncipe usa de trazas tan indignas de su obligacion, como fué dar á los Catalanes moneda tan falta por su antiguo precio, y no mandar con universal edicto que la recibiesen todos los súbditos de su Imperio al mismo precio, es dar ocasion cierta de venir á rompimiento el pueblo y la milicia.

La viuda de Jáuregui se tomó tiempo para dar contestación a estas gravísimas palabras. Un sin fin de ideas se le metió en la cabeza, y estuvo aturdida largo rato, sin saber con cuál de ellas quedarse. El rompimiento definitivo le arrancaba una tira de su corazón, con dolor agudísimo, por no serle posible retener las cantidades que Fortunata había puesto en sus manos.

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