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Actualizado: 8 de junio de 2025
¡Un rompimiento! dije con emoción. ¿Cómo ha podido tal palabra encontrar el camino de esos labios?... Demasiado sabe usted que la amo. Empiezo a dudarlo. Luciana volvió a echar a andar a mi lado, pero sus miradas siguieron irritadas y duras. No respondí, no lo duda usted. Conoce usted su poder y abusa de él... Sabe muy bien que no puedo luchar y que nunca la he amado más que hoy.
Carmelita y Nuncita quedaban aterradas cuando esto sucedía, se iban a la cama, presa de la mayor consternación. Después del rompimiento definitivo, y cuando al cabo se convencieron de que la ventura de realizar tan sublime matrimonio no estaba reservada para ellas, humillaron un poco su ambición y prestaron auxilio a Granate, que hacía mucho tiempo lo demandaba con instancia.
Montaba, como hemos dicho, Cervantes la galera Marquesa, que era de las de Andrea Doria, con la gente de infantería del capitán Diego de Urbina; y cuando a la vista la una de la otra las dos escuadras, llegó el punto del rompimiento de la batalla, Cervantes, que muy enfermo y con calentura estaba en el entrepuente, subió a la cubierta y pidió le pusiesen en el lugar de más peligro; advirtiole Diego de Urbina que mirase que estaba enfermo, y que de muy poco podía aprovecharse su esfuerzo cuando tan sin fuerzas se hallaba; a lo que respondió Cervantes, y a lo que otros como el capitán le decían: Señores, ¿qué se diría de Miguel de Cervantes?
A fin de no precipitar al Gobierno á un rompimiento prematuro con los Estados Unidos, lo primero que importa comprender es que no se debe ligeramente pensar que el honor de España está ofendido y comprometido por aquello y en aquello por lo que no puede estarlo. Válganos una comparación para aclarar este concepto.
Lo que la dejó amilanada fue la amenaza de hablar a su marido y a Pepe, segura de que la menor reconvención de Tirso provocaría una escena agria, quizá un rompimiento y un disgusto gravísimo. ¿Qué podía hacer ella para evitarlo? Nada. Sentía impulsos de contarlo todo al llegar a casa; pero, ¿y luego?
En el fondo, a los lados del rompimiento y en el zócalo de madera, estanterías con frascos de substancias diversas, y libros. En el ángulo de la derecha un aparador pequeño. A la izquierda de la escena, la mesa de laboratorio con los objetos que en el diálogo se indican. Formando ángulo con ella, la balanza de precisión en un soporte de fábrica. En el centro, una mesa pequeña para comer.
Paladeó la alegría forzosa, la sensación de falsa libertad de todo enamorado después de una escena de rompimiento. «¡A vivir!...» Quiso volver inmediatamente al buque, pero temió la resurrección de sus recuerdos evocados por la soledad. Era mejor quedarse en Nápoles, ir al teatro, confiarse á la suerte de un buen encuentro, lo mismo que cuando bajaba á tierra por unas horas.
El joven no dudaba que iban á hablar de lo acontecido en la noche anterior, y como estaba decidido á pedirla esplicaciones y sabía lo orgullosa y altiva que era, preveía un rompimiento.
Desde el rompimiento de Soledad con Velázquez, en vez de acudir solícito á sitiar la plaza vacante, se había despegado un poco. Saludaba á la joven cuando la hallaba y hablaba con ella algunos ratos, pero no se le veía asiduo como antes.
Fué grande la sorpresa de los tertulios y unánime su sentimiento, porque Soledad, á pesar de su gravedad habitual y pocas palabras, era generalmente estimada. Todos mostraron vivo interés por conocer los pormenores del rompimiento y lo deploraron con amargura. ¡Vaya un lance feo! exclamó Paca. Por supuesto que las has de pagar todas juntas, Velázquez.
Palabra del Dia
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