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Actualizado: 11 de junio de 2025
Los criminales debían de ser bien empedernidos a juzgar por la absoluta indiferencia con que recibieron aquellas siniestras palabras pronunciadas con acento patético. Cada cual se retiró sosegadamente a su departamento y reanudó su tarea, como si la terrible espada de Némesis no estuviese aparejada a segarles el cuello. Los banqueros se miraron entre risueños y coléricos.
»¡Cómo me ha abrazado Luis! ¡Qué ojos tan risueños! ¡Qué palabras de amor! ¡Nunca lo he visto tan feliz, ni el día que le di el sí! Ahora no puede creer que sus cuarenta y cuatro años me parezcan demasiado: ya está hasta persuadido de que la idea de casarme con él no debió parecerme tan extravagante como él y papá temían.
La escena que se contempla desde el sitio mas encumbrado de Chaumont, llamado la Señal, es tan magnífica, tan vasta y soberanamente bella, que casi es imposible describirla. Al Occidente se alzan las cadenas del Jura, cubiertas de rica vegetacion y altas praderas, entrecortadas por risueños valles de esmerado cultivo, entre los cuales es perfectamente visible de un lado el de Ruz ó el Seyon.
Pasaron cuatro días; ya no me acordaba de aquella niña, ó si me acordaba era de un modo vago, como la memoria de los días risueños de la juventud. Será cosa, á más tardar, del viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y echándome á la calle. El ministro se había negado á rebajar la cuota del Ayuntamiento, lo cual me tenía muy disgustado.
Allí tomamos un tren del ferrocarril que conduce á San-Gall, y una hora despues llegábamos á la bellísima capital del Canton, al traves de risueños paisajes, huertos y jardines, por en medio de los cuales gira el ferrocarril en plano inclinado y ascendente, hasta cortar la ciudad misma bajo la sombra de graciosos collados y hermosas y alegres arboledas.
Ora se pone uno á reir, ó se encanta imaginando risueños pasatiempos, al ver creaciones de Velázquez, ese crítico de pincel, donde el espiritualismo burlon se revela en cada pincelada; donde cada sombra es un pensamiento, cada rasgo un epígrama y cada golpe de luz ó de colorido da la imágen de una sonrisa, de un retozo, de un chiste sarcástico.
Zapatos, pocos, y esos muy estropeados y risueños, abiertos de boca y endeblillos de suela; ropa blanca, reducida a un jirón, porque, ¿quién les pone cosa sana para que luego se revuelquen en la carretera, y se den de mojicones todo el santo día, y se cojan a la zaga de todos los carruajes, gritando: «¡Tralla, tralla!»?
Había visto en mi país hermosos paisajes rientes como no es posible verlos en ningún paraje de la tierra, había asistido al levante del sol en la playa de Vigo, había escalado y hollado con mi pie las famosas montañas de Asturias. En todas partes, el espectáculo de la naturaleza, aun en sus momentos risueños, me había empujado blandamente a la meditación y a una dulce melancolía.
Robledo creyó que para ella las horas habían sido igualmente largas como años. Parecía más vieja, pero no por eso dejaba de ser hermosa. Su belleza ajada era más sincera que la de los días risueños. Tenía el melancólico atractivo de un ramo de flores que empiezan á marchitarse.
Ambos venían encarnados, risueños y extraordinariamente locuaces. Los ojos les brillaban con fuego alegre y malicioso, que llamó la atención de sus amigos. Ahí va un cigarro, D. Martín dijo el joven presbítero, ofreciéndole uno de acreditada vitola, igual al que él estaba chupando voluptuosamente.
Palabra del Dia
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