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Actualizado: 14 de mayo de 2025
La graciosa ciudad de Báden-Báden, que cuenta unos 6,000 habitantes y es la residencia de verano de la familia gran-ducal, demora en el fondo de un risueño y pintoresco vallecito, determinado por algunos bajos estribos de la Floresta-Negra.
Despertaron con unas ganas atroces de reír, de alborotar, de burlarse de la autoridad gubernativa, improvisar coplas y decir barbaridades. Uno de ellos, imaginamos que haya sido Jaime Moro, lo primero que hizo al saltar de la cama fue llamar al criado y preguntarle con semblante risueño si D. Nicanor, el bajo de la catedral, le había prestado al fin su figle.
Es que tengo sabañones replicó con peor humor y acento catalán bien señalado. ¡Oh! Pues si usted padece de sabañones es porque quiere. El catalán le echó una mirada mitad de indignación mitad de curiosidad. Sí, señor; porque usted quiere insistió el otro con aire petulante y satisfecho, mirándole a la cara risueño.
Que el lector me disimule esta digresion, de que no he podido prescindir ántes de decirle que de Berna á Thun, remotando el risueño valle del Aar central ó sub-lacustre, el viajero se siente subyugado por el encanto indefinible que atesora la Suiza central.
Echábanle saetillas bien intencionadas en la mesa y en los ratitos de conversación que había a menudo entre los tres; pero la buena parte iban con indirectas ¿No le veían risueño, no le veían gozoso y no estaban siempre hurgándole para que saliera en busca de su media naranja?
La mañana era espléndida y fresca. El sol, que relucía vivo y hermoso en el azul del cielo, no bastaba a templar la brisa fina que llegaba de las montañas, donde algún día que otro comenzaba ya a cuajar la nieve. El valle de Marín era más estrecho que el de Riofrío, pero no menos risueño y ameno.
Morir... ¡Bueno, se resignaba!; por el pobre viejo lo sentía, falto de ayuda. Pero al menos que muriese como su madre, en plena primavera, cuando todo el huerto lanzaba risueño su loca carcajada de colores; no cuando se despuebla la tierra, cuando los árboles parecen escobas y las apagadas flores de invierno se alzan tristes en los bancales.
Tanto en el niño como en el anciano viene á ser á manera de un rayo de sol que juguetea sobre la superficie, impartiendo un aspecto luminoso y risueño, lo mismo á la rama verde del árbol, que al tronco decaído y seco. Sin embargo, en uno es un verdadero rayo de sol; en el otro, se asemeja más bien al brillo fosforescente de la madera carcomida.
Acontecía que los pícaros de los túneles se solazaban en taparles adrede los mejores puntos de vista de la ruta. Que aparecía un otero, risueño, un grupo de frondosos árboles, una amena vega, ¡paf! el túnel. Y se quedaban inmóviles al vidrio, sin osar hablar, ni moverse, cual si de pronto entrasen en una iglesia.
Fijémonos en este rasgo de la educación árabe. El auditorio prosigue impasible y Sid'Omar siempre risueño. El judío se levanta y dirígese a la puerta andando hacia atrás, temblando de miedo, pero sin dejar de repetir a más y mejor su eterno juez de paz, juez de paz... Sale.
Palabra del Dia
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