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Su vida retirada, el poco o ningún trato que últimamente tenían y sobre todo el carácter de Clara serio, tranquilo, sin asomo de coquetería habían concluido por infundirle sosiego sobre este asunto. Además, otros celos eran los que desde hacía tiempo embargaban su espíritu, los celos del oficio.

Hullin, llevado de su robusta naturaleza y de su carácter alegre, que nunca se alarmaba por las cosas que pudieran venir, consideraba aquellos ruidos de retirada, desastre e invasión como mentiras propagadas por la mala fe.

Mira, amiguito mío, cómo vencen los de aquí. Ya van los otros en retirada. ¡Grande y poderoso rey! Daría la mitad de mi vida por ponerme encima de su casco, de aquel áureo yelmo, ante cuya cimera se inclinarán con pavura todos los monarcas y naciones de la tierra.

No ofrecía grandes dificultades a mi paso aquel camino cuya longitud no excedería de quince o veinte varas; pero la consideración racionalísima de lo que íbamos a hacer después de recorrerle, sin otra retirada que el abismo en el caso muy posible de salir escapados de la cueva, si no quedábamos hechos jigote allá dentro, clavó mis pies en el suelo a los primeros pasos que di sobre él.

Haciendo vida campestre y retirada en aquel lugar, había un acaudalado caballero a quien por lo caritativo llamaban sus convecinos el Santo, y en éste se fijó principalmente Valeria para realizar su propósito.

Parisiense por adopción, casi por nacimiento, un buen día se supo que había abandonado París sin que nadie fuera capaz de determinar la causa de aquella retirada, y que había ido a encerrarse en su castillo de Orsel absolutamente solo. Su vida era verdaderamente extraña.

Aunque despues de publicadas, no faltaron altercaciones ò movimientos, especialmente siendo compelidos otra vez los PP. á dejar los indios, y á una retirada imposible.

Al entrar los nuestros en la poblacion, encontraron las plazas y calles inundadas de sangre, y arrojados los cadáveres por todas partes, sin hallar quien les diese razon alguna de aquel funesto espectáculo: hasta que el ruido de algunos fusilazos que dispararon á los indios que descendian á las faldas de unos cerros para incomodarlos, hicieron salir á los curas y algunos mas que pudieron escapar, metidos en los lugares mas ocultos; y asegurado el capitan Vial de que no quedaban otros escondidos, recogió su gente y salió de nuevo á la campaña con todos los que habian tenido la felicidad de libertarse de la cuidadosa solicitud de los indios, y continuó retrocediendo hasta las cercanias de Ylabe, desde donde participó cuanto le habia ocurrido, y en su consecuencia se determinó en junta de guerra que siguiese su retirada: pero él no obedeció, hasta que le obligaron los muchos indios del pueblo de Acora, que improvisamente se declararon por el usurpudor, cuya novedad precisó á Orellana á que acudiese con un cuerpo de tropas de su mando, solo para sostenerle la retirada, porque las justas atenciones de su capital no le permitian otra cosa, ni menos estar ausente de ella por mucho tiempo.

Un grupo de vecinos había hecho fuego sobre los hulanos cuando avanzaban descuidados después de la retirada de los franceses. Desnoyers creyó necesaria una protesta. No eran vecinos ni franco-tiradores: eran soldados franceses. Tuvo buen cuidado de callar su presencia en la barricada, pero afirmó que había distinguido los uniformes desde un torreón de su castillo.

El millonario movió tristemente la cabeza. ¡La familia! ¡Su mujer! También esta retirada era imposible por culpa de aquella mala hembra.