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Actualizado: 27 de septiembre de 2025


Doña Manuela también rió un poco, siguiendo con la vista la ruidosa persecución que se alejaba, y entró después en el mercado de casquijo, buscando las golosinas silvestres que la gente rumia con fruición en Navidad, olvidándolas durante el resto del año.

El resto de los vecinos, como no tenían los motivos que el mayordomo para cambiar de opinión, siguieron aferrados á la antigua. Poco después de amanecer D.ª Beatriz salió de su habitación vestida, se desayunó cambiando pocas palabras con D.ª Robustiana y volvió á enterarse del camino que conducía á Canzana.

Uno de los retratos más hermosos que corresponden a este período de la vida del maestro, es el catalogado en nuestro Museo con el número 1.084: y ofrece la particularidad de estar hecha la cabeza de modo muy inferior al resto de la figura.

Desechadas estas proposiciones, pronto se dejó sentir en el resto de la isla la influencia del hombre temido que arrancó de Mindanao el poder é influencia de nuestras armas.

¡Y tan tranquila...!, porque estás muy tranquila... con tus misas por la mañana, y el resto del día dando cada sablazo que tiembla el misterio. ¿Sabes una cosa?, te tengo envidia... me cambiaría por ti...

Tan escaso resto de las obras dramáticas de ese periodo, conservado hasta nosotros, es debido á la misma causa, que ha contribuído á que sólo conozcamos pocas reliquias de las novelas y leyendas provenzales.

En 19 de Julio 2159 mrs. á Andrés de Hoces, de resto y á cumplimiento de 30 ducados que con él se concertó la danza de las Amazonas. Este día á Juan López Romero, 1875 mrs. de resto y á cumplimiento de 10 ducados en que con él se concertó la danza de los galanes.

El resto de las calles de Rio Janeiro, en general, está en un lamentable atraso, sin empedrar, descuidada su limpieza, y en estado de perfecto abandono. Hay un gran número de plazas, entre las que descuella, por su inmensa extension, la del Teatro Provisorio.

Únicamente las personas de distinción continuaban en sus casas ó se reunían en aristocráticas tertulias, para no mezclarse con la gente popular. El resto del vecindario acudía á la peregrinación patriótica, y hasta los hombres se agregaban á la fiesta, sin acordarse de que la inventora de los rayos negros había sido su peor enemigo.

Ella era Odette para sus amigas, la incomparable Odette, y para el resto del mundo mademoiselle Marsac, un nombre famoso, pues figuraba en todas las crónicas elegantes, en todos los estrenos, en todas las revistas de modas.

Palabra del Dia

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