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Actualizado: 30 de abril de 2025


En aquella hora decisiva había sido conquistada por completo; Juan le había revelado el amor verdadero, el que brota vibrante y natural de la humanidad. ¡Ah! aquel grito que resonaba aún en sus oídos ¡cómo había conmovido todo su ser! Había comprendido aquel clamor lanzado por la sangre y por la carne, por el espíritu y por el alma de un hombre.

Creyó ver á la bestia, eterna pesadilla de los hombres. ¿Y el mal quedaría sin castigo como tantas veces?... No había justicia; el mundo era un producto de la casualidad; todo mentiras, palabras de consuelo para que el hombre sobrelleve sin asustarse el desamparo en que vive. Le pareció que resonaba á lo lejos el galope de los cuatro jinetes apocalípticos atropellando á los humanos.

Quizá esto le sirva de consuelo en su enfermedad, porque Mario es, como yo, artista ante todo. Al pronunciar estas consoladoras palabras la voz del poeta burocrático resonaba lúgubre, profunda, como si en vez de ofrecer a la imaginación imágenes brillantes de dicha y alegría se hallase invocando a los espíritus infernales en algún cementerio a las doce de la noche.

¡Asesino, calumniador, sacrílego! repetía la cabeza; te acuso, ¡asesino, asesino, asesino! Y resonaba otra vez la carcajada seca, sepulcral y amenazadora como si absorta la cabeza en la contemplacion de sus agravios no viese el tumulto que reinaba en la sala. El P. Salví se había desmayado por completo. ¡Piedad! ¡vive todavía!... repitió el P. Salví y perdió conocimento.

Se oía ya el ruido de los remos que batían el agua cadenciosamente. Cinco Credo. ¡Válgame Dios! es que la voz, la gruesa y terrible voz de Kernok resonaba en los oídos de los españoles. ¡Oh! ¡oh! decía el pirata , se pone al pairo, arría su pabellón, el bribón está atemorizado; ya es nuestro. Zeli, haz armar la chalupa y la canoa grande; yo voy a hacerme cargo de cómo está aquello.

Toda circunstancia en que me reconocía con más amplitud de fuerzas, más sensibilidad, mayor memoria en que mi conciencia, por decir así, tenía mejor timbre y resonaba más, todo momento de concentración más intensa o de expansión más tierna era un día para no ser olvidado nunca.

Pero volvamos a nuestra nave, cuya tripulación, a pesar del grito de los australianos, que aún resonaba en el espacio como una fúnebre amenaza, se preparaban a la pesca. La nave estaba fuertemente anclada, como ya hemos dicho. Había puesto la proa mirando a la boca de la bahía, dispuesta, en caso de peligro, a abandonar aquellos parajes.

Espesa niebla envolvía a veces la nave, y a causa de la niebla, así como durante la noche, era menester ir con lentitud y precaución, para no tropezar en un escollo o encallar en un bajío. A veces se encapotaba el cielo, deslumbraban los relámpagos y resonaba el trueno repercutido por los peñascos y multiplicado por los ecos.

Escuché como en sueños cuanto decían, pero aquella dulce voz «¡Rodolfo! ¡Rodolfo! ¡Rodolforesonaba todavía en mis oídos, como un grito de amor y desesperación. Comprendieron por fin que mi pensamiento estaba lejos de allí y nos paseamos en silencio, hasta que Federico tocó mi brazo y vi a gran distancia el azulado humo de la locomotora. Entonces les tendí las manos.

Un ruido acompasado que hacía mal a su cabeza y resonaba como un eco amigo en su corazón despertóle entonces: era la campana de la iglesia que tocaba a Misa.

Palabra del Dia

ciencuenta

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