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Actualizado: 12 de mayo de 2025
¿Qué hay, niño; qué sucede? toda la vecindad está alborotada... ¿se prende fuego la casa?... nos preguntó. Al contrario, creo que se apaga el fuego... tu patrona parece que acaba de reventar contestó don Benito con la más perfecta calma. ¿Quién? ¿la tigra?... ¡al fin!... replicó el pardo con el acento de un hombre que se desahoga.
Sí, ¿no es verdad? replicó Fabrice ; tú la conoces bien... y aun antes que yo... Me responderías de su honor con el tuyo, ¿no es cierto? ¡Absolutamente! Y harías bien... porque el tuyo y el suyo corren parejas... Y poniendo la carta del marqués bajo la vista de éste: ¡Lee! Pierrepont retrocedió cual si delante de él se hubiese levantado un espectro.
-Bien está todo eso -replicó don Quijote-, pero quédense los zapatos y las sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado; que si él rompió el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos le habéis rompido el de su cuerpo; y si le sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado; ansí que, por esta parte, no os debe nada.
Principiaba a caer la tarde y se sentía el fresco del Tajo. D. Benigno propuso que se retiraran a casa, y dejando la perla dura, tomaron el camino áspero y tortuoso. Ya van creciendo las noches dijo Sola, dando el brazo a su padre. Sí, hija mía replicó este , y el mañana tarda un poco más; pero viene, no tengas cuidado. Ya no recuerdo cuánto se tarda de aquí a Madrid. Pues no es mucho.
Sin fijarse desde luego en el desorden en que se hallaba Juana, fue hacia ella con el paso rígido de un espectro y dijo clavándole la vista: ¡Su marido se bate mañana con mi hijo! Lo sé contestó Juana ; acaba de decírmelo. ¡Ah! replicó amargamente la anciana señora . ¿Acaba de decírselo? ¡Es el acto de un cobarde! Sí, pero usted, ¿cómo lo sabe?
Sois un pirata desalmado, replicó el barón volviéndole la espalda, á tiempo que dos marineros asían á Cabeza Negra y le echaban el dogal al cuello.
Decir al mismo don Custodio en su cara que no sabía historia, ¡es para sacarle á cualquiera de sus casillas! Y así fué, don Custodio se olvidó y replicó: ¡Es que no está usted entre egipcios ni judíos!
Y ¿qué son ínsulas? ¿Es alguna cosa de comer, golosazo, comilón, que tú eres? -No es de comer -replicó Sancho-, sino de gobernar y regir mejor que cuatro ciudades y que cuatro alcaldes de corte. -Con todo eso -dijo el ama-, no entraréis acá, saco de maldades y costal de malicias. Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros pegujares, y dejaos de pretender ínsulas ni ínsulos.
-Una de las tachas que ponen a la tal historia -dijo el bachiller- es que su autor puso en ella una novela intitulada El curioso impertinente; no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historia de su merced del señor don Quijote. -Yo apostaré -replicó Sancho- que ha mezclado el hideperro berzas con capachos.
Pedro replicó que su señora no estaba en casa. Hubo de terciar Casilda, que conocedora de la confianza que su ama dispensaba á Quevedo, no tuvo inconveniente en abrir. Entrad y os convenceréis le dijo : si queréis esperar á la señora, esperadla. Dejadme, sin embargo, subir, hija. Subid enhorabuena. Quevedo subió, y con su audacia acostumbrada, lo registró todo, hasta la alcoba.
Palabra del Dia
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