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Actualizado: 25 de junio de 2025
Ese niño está enamorado de ti y a mí me odia; es lógico. Ignoro si ha dado algún paso para obtener tu amor y desbaratar nuestra unión, aunque lo presumo. Pero eso no es lo principal. Lo capital en este asunto, lo verdaderamente importante para mí es el saber si tú has alentado directa o indirectamente ese amor. ¿Acaso no te lo he repetido infinitas veces?
Para legislar hay que conocer las localidades, y muchas veces hemos repetido, que el que crea conocer á Filipinas conociendo solo á Manila, está en un grandísimo error.
Yo puedo hablarles así porque, sin tener ni más inteligencia ni siquiera la ilustración de ustedes, he cultivado la voluntad y me he aplicado a practicar los preceptos que mil veces les he repetido, y que ustedes, con más caudal que yo, pueden hacer efectivos desde el momento en que se resuelvan.
Y no sólo las tertulianas, pero también sus amigas y conocidas me mandaban los abanicos, ora por mediación, ora directamente con un billetito recomendándose a mi galantería y poniendo por las nubes mis dotes poéticas. Pero tantas había repetido estos o parecidos conceptos, que para hallar forma diversa con que exponerlos me veía y deseaba, prensaba la cabeza y me mordía los dedos de rabia.
Pero tales acuerdos, apesar del buen celo que el Asistente y sus delegados tuvieran, no fueron bien cumplidos ni mucho menos como se ordenaba, y lo del alumbrado público vino á quedar como antes durante diez años poco más ó menos, aun habiéndose repetido los bandos en 1761 y 1766.
Yo le hubiera pedido perdón. Yo le hubiera repetido mil veces que le amaba. Yo le hubiera renovado mis juramentos. Yo hubiera puesto término a la insana poesía, a la soñada historia que sólo a mi vanidad satisfacía. Pero no: Braulio tiene razón, Braulio es delicado. Un marido no debe tener celos. No debe decir a su mujer que sospecha de ella.
Nolo, fingiendo ser un mozo que torna alegre de la feria, pasó por delante de la casa entonando en alta voz este cantar, que hemos repetido alguna vez cuantos nacimos en el valle de Laviana: Dicen que tus manos pinchan, para mí son amorosas. También los rosales pican y de ellos nacen las rosas. No llores, niña, no llores, no; no llores, niña, que aquí estoy yo.
«Pasa, rata» replicó Moreno, que se acababa de dar un baño y estaba sentado, escribiendo en su pupitre, con bata y gorro, clavados los lentes de oro en el caballete de la nariz. Buenos días dijo la santa entrando; él la miraba por encima de los quevedos . No vengo a molestarte... Pero ante todo. ¿Cómo estás hoy? ¿No se ha repetido el ahoguillo? Estoy bien. Anoche he dormido.
Se ha dirigido hacia mí, me ha interrogado con voz emocionada y yo le he repetido en pocas palabras lo que me habían contado de Cornelia y de su muerte, pero cuando he llegado al fin del relato, él ha cesado de interrogarme y quizá de verme; sus mejillas se han cubierto de un fuego vivísimo, sus miembros se han puesto rígidos y todo su cuerpo ha temblado con una convulsión súbita; se ha abalanzado hacia la fosa y ha mirado su interior con avidez, y cuando ha descendido el ataúd, sus brazos, que buscaban un apoyo, han rodeado mi cuello. «¡Oh, usted no sabe ha exclamado , usted no sabrá nunca los tormentos que esta mañana trae a mi memoria!
El bulevar que él seguía estaba frecuentado por un público de aspecto ordinario y vulgar. El Montmartre de que hablaban con delicia los forasteros, y cuyo nombre era repetido con admiración por cierta juventud del otro lado del Atlántico, empezaba á partir de la plaza Pigalle. Este bulevar Rochechuart era como los territorios mixtos inmediatos á una frontera, que carecen de fisonomía propia.
Palabra del Dia
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