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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Pues qué, ¿el amor brota de repente, en la vida real? Eso se queda para los dramas, donde es menester que la acción corra a todo correr y que los hechos se condensen y acumulen en pocas horas y palabras. Hija mía, en la vida real, lo mismo que en los dramas, no es tan inverosímil dar flechazo. En mujer de tus rarísimas prendas es menos inverosímil todavía.

La efigie de Cristeta-Venus se transforma de repente en la Eva mosaica que perdió el Paraíso, y en torno de ella comienza el desfile de una procesión interminable.

Voy á llevarte á esconderte frente al postigo del palacio del duque. Y se volvió hacia la puerta. Pero de repente se detuvo.

Cuando se pasa de repente de los dramas de la edad de oro á los de Moratín, se siente la misma pena que cuando nos trasladamos de improviso de un paisaje lozano y lleno de flores, al calor de la primavera, á una región helada y fría en el rigor del invierno.

Póngasele el sol de repente en las manos a un hombre que le haya estado adorando sin otro fin que adorarle. Pues en una situación por el estilo se vio Leto al dar a las franquezas de Nieves la única interpretación que podía darlas por la virtud de los hechos y la fuerza de la lógica.

En ella , porque sabía que su Luz vivía, porque la había estado amando durante tantos años; pero en su Luz, a quien se le revelase de repente que tenía madre en Madrid, ¿qué cariño súbito, qué ternura podía esperar? Esto, al menos, pensaba la señora Condesa. Y sobre todo, por lo mismo que amaba a su hija, tenía vergüenza, le causaba sonrojo la idea sólo de presentarse a ella.

Después que se alejan el Rey y Roberto, expresa el Condestable, en frases apasionadas, los diversos sentimientos que lo agitan, y su confusión se hace mayor cuando se abre de repente ante sus ojos la entrada oculta en la pared, y se presenta una criada que trae una carta de Blanca para el Rey. Se apodera de ella y sabe, al leerla, que Blanca se ha casado sólo por vengarse.

Al pronunciar estas últimas palabras, el rostro de Doña Blanca tomó una expresión sublime de dolor; sus mejillas se tiñeron de carmín ominoso como el de una fiebre aguda; dos gruesas lágrimas brotaron de repente de sus ojos.

La aguadora estaba saboreando su frugal comida, y el estanquero dormitaba echado de bruces sobre la piedra de probar la moneda. De repente llegó el coche de Paz y se detuvo junto al paseo ancho. Vámonos dijo ésta viendo tirarse al lacayo del pescante.

La madre Larín, muy escandalizada al ver a santa María Magdalena de Pazzis hecha de repente madre de tan dilatada familia, se apresuró a protestar con mucho respeto: Santa Sinforosa querrá decir, sin duda, la señora condesa.

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