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Actualizado: 1 de junio de 2025


MERLÍN. ¡Á se me ha faltao! CLETO. ¡Yo quiero lo que es mío! DON SILVESTRE. Por eso te vas á llevar un par de guantadas. CLETO. ¿Lo oye usté, señor alcalde? Visto, que el único testigo que presenta del caso sabe tanto como el Cleto Rejones.... MERLÍN. Pido la palabra. ALCALDE. ¡Silencio!

No he de detenerme á hacer especial mención de otras muchas fiestas de toros y cañas, á las que, con toda pompa, concurran los señores canónigos, haciendo sólo mención, por las noticias que existen de ellas, de las cañas y rejones del 25 y 27 de Septiembre de 1687, y de las de toros y cañas de 6 y 8 de Febrero de 1700, verificadas para festejar la llegada á Sevilla del almirante de Castilla.

En las «Cartas que escribió un cavallero desta Corte á un su amigoespecie de Gaceta de los años 1621-1623, se dice en una de 15 de agosto de 1623: «Desde que llegó el Príncipe de Gales á esta corte, se ha tenido con Su Alteza toda la cortesía posible, y cuydado de su regalo y desseo de festejalle y entretenelle, ansi con diversas fiestas que se le han hecho, corriendo toros en cantidad, con rejones y lanzadas admirables, como jugando cañas de vistosas libreas, cavallos y jaezes, cosas pocas vezes ó nunca vistas de la nacion Inglesa, ya con máscaras y encamisadas, que han bien merecido las particulares relaciones que dellas se han hecho, y ya con Comedias excelentes, ansi por los autores que las han hecho, como por el primor á que ha llegado la poesía y elegancia dellas en estos tiempos, y por la diferencia de bayles y músicas con que las han adornado: y esto con tanta frecuencia, que cada semana ha oido una ó dos comedias.

Nadie en Madrid pidió cuentas a Currita de la sangre de Velarde, derramada a la vista de todos por culpa suya, y ahora le arrojaban al rostro la de Sabadell, de la cual se hallaba inocente y hubiera ella rescatado con gusto a costa de cualquier sacrificio... Porque el dolor de la dama fue en realidad grande, aunque no expansivo ni alborotado; uno de esos dolores, por decirlo así, secos, propios de las almas enérgicas, que se repliegan sobre mismos en el fondo del corazón como para no perder su energía, a la manera que el gladiador herido encuentra fuerzas en su misma agonía para encoger el cuerpo y doblar los músculos, e intentar un último y más formidable avance... Aquella débil mujercilla encerraba en su endeble cuerpo una de esas almas enérgicas que se crecen a la vista del peligro y lo desafían, y no necesitan en el dolor apoyo ni cómplices en el crimen; bastábase ella misma a misma, y sacudiendo los terrores que la habían invadido la víspera, con el vigoroso empuje del toro que arroja lejos de los rejones que le lastiman y embarazan, aprestóse a la defensa, decidida a arrostrar a pie quieto y con firmeza todas las consecuencias de aquella horrible noche.

Condeno á Cleto Rejones á quedarse con la paré derribada, si él no la quiere levantar por su cuenta, y á pagar las costas del juicio, como son: Una peseta de papel; Dos reales para el secretario, Y doce cuartos para el alguacil. Item.

Las copiaré sin embargo, por si algún sujeto curioso puede ilustrar el particular. Maravedises Mas 5 rs. á los hombres que trajeron la piedra que vino de Cartagena que estaua en el mesón de los Carros. 186 Item 6 rejones de hierro para la caxa donde fué metida la piedra. 24

ALCALDE. Mando, ; pero en acabando yo de hablar. Exponga Cleto Rejones su particular. CLETO. ¿Hablo? ALCALDE. ¡Bárbaro! ¿Pues no me oyes?... CLETO. De modo que como usté me dijo.... ALCALDE. ¿Cantas..., ó te condeno? CLETO. Pos canto y digo. Yo tengo, en primeramente, un güerto cerrado sobre y á paré seca.

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