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Actualizado: 8 de julio de 2025
Y sin embargo, la gran República comercial permanece callada, ignora a Colón, y solo uno de sus funcionarios le escribe para darle las gracias cuando hace un regalo valioso a la ciudad que llama su patria... Que Colón era extranjero lo tengo por indudable; lo prueba, además, la carta de naturalización que dieron los Reyes Católicos a su hermano menor, don Diego, que era sacerdote, para que pudiese gozar en Castilla de beneficios y rentas.
Se defendía, ruborosa y sonriente; le miraba con ojos malignos, encogiéndose al mismo tiempo como una niña avergonzada. Es un regalo de la marquesa... lo mejor que ella conoce para atraer á la suerte. Se acabó: no necesitas saber más. ¡Qué curioso!...
Como preciado regalo suyo conservo aún entre mis libros La segunda Celestina, de Feliciano de Silva, donde se tratan los amores de Felides y Polandria, y un bonito ejemplar de las Relaciones, de D. Juan de Persia, impresas en Valladolid en 1604.
Se fue a una joyería y compró una sortija con tres brillantitos en forma de trébol: total sesenta duros. La hermosa chula también aceptó este regalo con un gozo que le hizo prorrumpir en exclamaciones. Aquella tarde estuvo amabilísima y jovial como nunca. Mas he aquí que a la tarde siguiente la decoración había cambiado por completo.
En efecto, el pequeño trozo de cerdo era un regalo de la excelente dueña de casa, la señorita Priscila Lammeter, a quien había ido a llevar aquella tarde una linda pieza de hilo, y era sólo en tales circunstancias que Marner se permitía comer carne asada. La cena era su comida favorita, porque coincidía con la hora deliciosa para él en que le alegraba su contemplado tesoro.
Fueles respondido que sí, con toda la comodidad y regalo que pudiera hallar en Zaragoza.
Porque la falta de religión hace que se hunda la moralidad, como edificio cuyos cimientos se socavan, mientras que el excesivo regalo y el esmerado atildamiento del cuerpo apartan a las almas de toda seria meditación diabólicamente hacia lo temporal y caduco, y abrasándolas en el infernal apetito de poseerlo y de gozarlo.
Las ocasiones faciles y leves Que el lascivo regalo al alma invia, Tienen de persuadirte y derribarte, Y al vano y torpe amor blando entregarte. Es este el levantado pensamiento, Y el proposito firme que tenias, De no ofender á Dios, aunque en tormento Acabases tus torpes tristes dias?
La saqué de la miseria, la vestí, la calcé, le di regalo, comodidades, cuanto pudiera apetecer. Ella abría la boca y yo abría el bolsillo, y palante siempre. Pues mira el pago. Dice que soy un bruto, que le repugno, que le doy asco. Le mando un ramo de flores y lo pisotea. Le escribo cartas y no me contesta. Voy a verla y me recibe con un gesto... En fin, la he mandado a paseo.
Ella, sin duda, le diría primero que Antoñuelo era mi amigo y don Paco el de mamá, y después, que yo me había apoderado de los dos, de uno para el gusto y del otro para el gasto, y que yo me estaba comiendo las mil chucherías que él me traía de regalo y hasta el exquisito y sin par chocolate que se fabrica en casa de ella.
Palabra del Dia
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