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Actualizado: 11 de junio de 2025
La doble redondez del firme pecho, sin compresión ni arrimo, se estremecía suavemente, al moverse la hermosa, entreviéndose por la transparencia de la tela su puro color de rosa y nieve. Recogidas con gracia en alto las abundantes crenchas de sus negros cabellos, dejaban ver el cuello despejado y cuan bien puesta se erguía sobre él la noble cabeza.
Sabía solamente por algunas palabras en el aire recogidas al azar de las conversaciones, que se había negado siempre a dejar su puesto, prefiriendo ascender en él, y Raúl lo había atribuido a un recuerdo halagüeño para su persona. Pobre muchacha; estaba loca por mí pensaba con indulgente fatuidad. Y no se ocupaba más del asunto.
El gran disco que transmitía a la bomba la fuerza del viento, estaba aquel día muy perezoso, moviéndose tan sólo a ratos con indolente majestad; y el aparato, después de gemir un instante como si trabajara de mala gana, quedaba inactivo en medio del silencio del campo. Ganas tenían las dos recogidas de seguir charlando; pero la monja no las dejaba y quiso ver cómo aclaraban la ropa.
El doctor Schmit, médico de la duquesa de Toscana, fué el primero que ideó las pequeñas láminas de cobre aplicadas sobre la piel, como preservativo del cólera; el doctor Burq inventó las cadenas metálicas para el mismo objeto, segun las observaciones recogidas en los obreros que trabajan en metales, y por lo tanto en el cobre, y que han gozado de una inmunidad general en todas las epidemias del cólera.
A la Superiora se le escapó, sin poderlo remediar, una ligera sonrisilla; mas al punto volvió a poner cara de palo. Y la enana corrió hacia donde estaban las recogidas, y lo mismo que dijera a Sor Natividad se lo repitió a Fortunata, sin poner un freno a su ira: «¿Habrase visto diablura semejante?... ¿Qué te parece? ¡Estamos todas horripiladas!». Fortunata no dijo nada y se puso muy seria.
Las recogidas dividíanse en dos clases, una llamada las Filomenas y otra las Josefinas. Constituían la primera, las mujeres sujetas a corrección; la segunda componíase de niñas puestas allí por sus padres, para que las educaran, y más comúnmente por madrastras que no querían tenerlas a su lado. Estos dos grupos o familias no se comunicaban en ninguna ocasión.
Los pedazos de palo, los botes vacíos de conservas que brillaban bajo el sol, los manojos de algas, una gaviota con las alas recogidas dejándose mecer por la ola, hacían pensar en el periscopio del submarino asomando á flor de agua. De noche, la vigilancia aún era mayor. Al peligro de los sumergibles había que añadir el de una colisión.
La luna nueva se puso temprano, bajando al horizonte como una hoz, rodeada de aureola blanquecina que anunciaba más calor para el día siguiente. Las recogidas formaban diferentes grupos sentadas en el suelo y en la escalera de madera que comunica el corredor principal con la huerta, y se quitaban las tocas para disminuir el calor de la piel. Algunas miraban el motor de viento que seguía inmóvil.
En la ya citada respuesta á las objeciones recogidas por el P. Mersenne, se halla el siguiente pasaje: «He leido con mucha satisfaccion las observaciones que me habeis hecho sobre mi primer tratado de la filosofía, porque ellas me dan á conocer vuestra benevolencia para conmigo, vuestra piedad hácia Dios, y el cuidado que os tomais por el progreso de su gloria.
También el arte, esa facultad del cerebro humano de asimilarse la belleza de la naturaleza para producir obras revestidas de cualidades estéticas, representando con toda exactitud las impresiones recogidas por el estudio al amparo de los destellos del genio, encuentra en Filipinas entusiasta é idónea interpretación, lanzando á la culta Europa hombres que, como Luna y Tavera, bastan para justificar el perfeccionamiento rápido y completo de que es susceptible aquel pueblo.
Palabra del Dia
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