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Actualizado: 25 de junio de 2025


Habian aportado estas naves al Brasil y Santa Catalina, buscando bastimento, desde donde envió el Adelantado las dos caravelas, ocho leguas del puerto, á buscar comida: pero les entró tan récia tempestad, que perecieron rotas en el mar, salvándose la gente.

Entrase. Tocase al arma con gran priesa, y á este rumor salen CIPION con JUGURTA y GAYO MARIO al tablado. Qué es esto, capitanes? quién nos toca Al arma en tal sazon? es por ventura Alguna gente desmandada y loca Que viene á procurar su sepultura? O no sea algun motin el que provoca Tocar al arma en recia coyuntura: Que tan seguro estoy del enemigo, Que tengo mas temor al que es amigo.

No ha de decirse, exclamó Cervantes, que habiéndoos yo en un tan duro trance hallado, sola y huérfana quedáis en el mundo; en tenéis un hermano, señora, y muy recia cosa será, que siendo yo quien soy, y con el aliento que Dios ha querido darme, no encuentre modo, si no de consolaros, de ampararos al menos; y asíos bien a mi brazo y teneos firme, que a, vuestra casa vamos.

Pero si no estuviera ya honrada suficientemente por su mismo nombre, habría que declarar a la hierbabuena emblema del patriotismo. No existe ninguna hierba que se aferre más a la tierra donde ha crecido; se la puede arrancar, perseguir con el arado y la azada... es inútil; la hierbabuena vuelve a retoñar indómita. La cebolla es recia, valerosa, ardiente.

Era un mozo que andaría con los treinta años, no muy corpulento, pero de recia complexión; de pelo y barba cortos, negros y fuertes; de mirada firme, pero sin dureza; agradable de cara y de voz; muy sobrio de palabras; limpio, holgado y modesto de traje, y natural de un pueblo de los ribereños del Nansa. Esto fue todo lo que de él supe en aquella ocasión.

El párroco don Ventura, después de leer dos proclamas de casamiento y de anunciar las fiestas de la semana, cogió otro papel que a prevención tenía sobre la mesa del altar; reclamó con mucho encarecimiento toda la atención de sus feligreses, y comenzó a leerle, en voz recia, pero alterada por una gran emoción.

A esta raza pertenecían los hombres de la citada camarilla, en la cual se daba siempre a don Simón la butaca de preferencia, no tanto por la importancia mercantil de éste, cuanto porque nadie leía mejor que él, con voz más recia y sonora, ni con mejor sentido, los artículos de fondo del periódico, todas las noches, a los congregados. Pero vamos al caso.

La primera aparición del invierno, ocurrida mientras dormimos, tiene algo de sorprendente: los viejos abetos, las rocas, cubiertas de musgo, que la víspera se adornaban de verdor y que ahora centellean llenas de escarcha, producen en el alma una tristeza indefinible. «Ha pasado otro año nos decimos , y otra vez tenemos que sufrir los rigores del tiempo antes que vuelva la primavera.» Y nos apresuramos a vestir la recia hopalanda y a encender el fuego.

Viven sesenta u ochenta años y no fructifican hasta los nueve. No se crea que el árbol da las nueces tales como las pone en circulación el comercio. Su fruto es una especie de albérchigo grande, de corteza cenicienta, que, al madurar, se abre, dejando ver una pulpa carnosa y rojiza que envuelve a la nuez, la cual está revestida de una membrana delgada, pero recia.

15 Entonces se levantaron, y en número de doce, pasaron de Benjamín de la parte de Is-boset hijo de Saúl; y doce de los siervos de David. 17 Y hubo aquel día una batalla muy recia, donde Abner y los varones de Israel fueron vencidos de los siervos de David. 18 Y estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, y Abisai, y Asael. Este Asael era suelto de pies como un corzo del monte.

Palabra del Dia

rigoleto

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