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Actualizado: 20 de junio de 2025
Loca, arroja a su hijo a un estanque, donde se ahoga; mientras que a su madre le da el narcótico deliberadamente, en todo el despejo de su juicio, y sin que el narcótico quite ni ponga al argumento o desarrollo de la acción. Es un refinamiento de diablura y de realismo pecaminoso, enteramente inútil y que está de sobra.
Por sabido se calla que este realismo no es la misma cosa que en las escuelas de filosofía se llama así, y que es precisamente el sistema más idealista de todos. No se dice, pues, realismo en contraposición a nominalismo. El arte que hoy llamamos realista, es precisamente un arte nominalista o fenomenalista, si vale la frase; en una palabra, un arte experimental.
Si esto es realismo, bendito sea. Si realismo quiere decir guerra al convencionalismo, a la falsa retórica y al arte docente y sermoneador, y todo esto en nombre y provecho de la verdad humana, bien venido sea. Así pintaba Velázquez. El señor Pereda no es fotógrafo grande ni chico, porque la fotografía no es arte, y el señor Pereda es un grande artista.
Allí la caza del tiempo que se le antojaba a Vegallana del feudalismo; la castellana en el palafrén, el paje a sus pies con el azor en el puño levantado sobre su cabeza; la garza allá en las nubes, de color de yema de huevo; más atrás el amo de aquellos bosques, del castillo roquero y del pueblecillo que se pierde en lontananza.... En frente una escena de novela de Feuillet; caza también; pero sin garza, ni azor, ni señor feudal: un rincón del bosque, una dama que monta a la inglesa, y un jinete que le va a los alcances dispuesto, según todas las señas, a besarle una mano en cuanto pueda cogerla.... En otra parte una mesa revuelta; más allá un bodegón de un realismo insufrible después de comer.
Pide una especie de lugar común, en todo estudio acerca de Pereda, que se discuta el más o menos de su realismo o naturalismo, tomada esta palabra en su sentido modernísimo.
El dibujo es de tal pureza que tiene algo de ideal, porque en figura humana parece demasiada perfección aquella, y, sin embargo, es de un realismo completo.
Pero tal solución, en fuerza de ser sencilla y de ser generalísima, es nula, porque borra todas las diferencias históricas, merced a las cuales viven cabalmente y medran, siendo igualmente necesarios para el progreso del arte el llamado idealismo y el llamado naturalismo o realismo.
Cuatro fueron las veces que habló Martí en el Liceo de Guanabacoa. La primera sobre el realismo en el Arte; la segunda sobre su amigo, el poeta Alfredo Torroella, en que arrancó lágrimas; la tercera sobre los dramas de don José Echegaray, y la cuarta, sobre el insigne violinista Díaz Albertini.
Palabra del Dia
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