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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Razonar las bellezas de Las Meninas, explicando en qué consisten y porque causan impresión tan honda, equivaldría a escribir un curso de óptica, aplicada a la pintura.
La primera contestación de Santa Cruz fue romper a reír. Su mujer le tapaba la boca para que no alborotase. Después el muy tunante empezó a razonar sus explicaciones, revistiéndolas de formas seductoras. ¡Pero qué huecas le parecieron a Jacinta, que en las dialécticas del corazón era más maestra que él por saber amar de veras!
Basta, Julio, basta, en estas cosas está demás razonar... Déjame desahogarme... Si ella fuese de esas criaturas inconscientes, pura irreflexión, pura coquetería, todo lo que hace sería cien veces más perdonable. Pero no, es inteligentísima, más que cualquiera de sus amigas. No, no es una irreflexiva; por el contrario, parece que siguiera el hilo de mis ideas y adivinara todo lo que pienso.
Necesito razonar, meditar y combatir; algunas veces llorar, pues quién mucho quiere amar mucho tiene que sufrir. Huyeron los días de calma, días de alegres amores, en que bastaban las flores para consolar al alma de sus penas y dolores. Van huyendo, poco a poco, cuantos amé, de mi lado; aquél muerto, éste casado, porque sella cuanto toco con la desventura el hado. ¡Huye también, musa! ¡Vete!
No dudo yo, que el que sepa evitar los errores, y juzgar y razonar sanamente, necesita de pocas reglas para discurrir con método, si tiene ingenio claro y juicio atinado; pero como hay ingenios tardos, que alcanzan una verdad simple sin transcender á otras mas compuestas, y hay entendimientos obscuros, que alcanzan una verdad de por sí sola, y no comprehenden la conexîon que debe haber entre muchas para esclarecer un asunto, por eso es preciso señalar las principales diferencias del método, y las reglas conducentes para ordenar entre sí debidamente los pensamientos.
Y esta ciudad es París. He aquí cómo este desdichado Azorín, que no quería razonar su viaje, ha acabado al fin por razonarlo. ¡Tan añejado está en él este morbo feroz que llamamos inteligencia! En el camino de Petrel a Elda, al comedio, entre la verdura de nogueras y almendros, se alza un humilladero.
Teneis mas que decir? No: mas tenemos Que hacer, pues tu, señor, ansi lo quieres, Sin querer la amistad que te ofrecemos, Correspondiendo mal á ser quien eres. Pero entonces verás lo que podemos, Quando nos muestres tu lo que pudieres: Que es una cosa razonar de paces, Y otra romper por las armadas haces.
Efectivamente: por uno de esos fenómenos difíciles de razonar a primera vista y frecuentes en toda vieja fábrica arquitectónica, el pilar del lado de la Epístola se había rajado en su tercio superior lo mismo que una caña, sin que el arco que en él se apoyaba sufriese, al parecer, la más ligera desviación: pero bastaba ver en lo alto el hueco de que habló el muchacho para comprender que el hundimiento de la bóveda podía sobrevenir de un momento a otro.
El riesgo de su ventura la tenía muerta de miedo. Pensó que acaso fue más allá de lo prudente. ¿Llegaría él a razonar, sentir y disculpar los móviles que la impulsaron, y, sobre todo, a empaparse bien de que eran desinteresados? Si creía que su objeto era atraparle, como en su soez lenguaje dicen los hombres entre sí, estaba perdida.
Caminó a la ventura largo rato por las calles en un estado de aturdimiento que le impedía razonar sobre lo que acababa de sucederle. Saliose al campo y dio un largo paseo. El cansancio físico produjo su acostumbrado efecto sedante y comenzó a ver con claridad su situación. Nada ganó con ello. Lo que le estaba pasando era gravísimo, una verdadera catástrofe.
Palabra del Dia
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