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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Y encima de los golpes, humillantes para su dignidad de bravo, la certeza del encierro en el Seminario; la negra sotana, semejante a las faldas de las mujeres, y el pelo cortado al rape, perdiendo para siempre aquellos bucles que asomaban arrogantes bajo las alas de su sombrero; la tonsura, que haría reír o infundiría un frío respeto a las atlotas, y ¡adiós bailes y noviazgos! ¡adiós cuchillo!...
Si de tarde en tarde se sentía alguien enfermo durante la noche, era preciso despertar a don Antolín; y hundiendo éste la mano en las profundidades de la sotana, se dignaba restablecer con su llave la comunicación con el mundo. Tenía cerca de sesenta años; era pequeño y enjuto. La edad apenas si había encanecido un poco sus cabellos, cortados al rape.
Ripamilán gritaba: Señor mío, los deberes sociales están por encima de todo.... El Deán se escandalizó. ¡Oh! ¡oh! dijo eso no, señor Arcipreste... los deberes religiosos... los religiosos... eso es.... Y tomó un polvo de rapé extraído con mal pulso de una caja de nácar. Así solía él terminar los períodos complicados.
Así ocurrió, en efecto; el rey recorrió con el superintendente las amplias dependencias, donde se fabricaba el rapé, las del tabaco suelto y las de los cigarros, siendo en todas ellas vitoreado por los trabajadores, los cuales recibieron por encargo del José un socorro en metálico que les fué equitativamente repartido.
Es una mala vergüenza continuó el tío que te peines así, como la chulería de la corte que viene a Toledo en las grandes fiestas. En la buena época de la catedral ya te hubiesen pelado al rape.
Evidentemente respondió el cura, cogiendo su caja de rapé y tomando un buen polvo. Así sucedía y así sucede todavía con las jóvenes acostumbradas a la obediencia pasiva... Señor cura, le cojo a usted en flagrante delito de contradicción.
Se vió de pronto sentado como un extraño ante su propia mesa, comiendo en los mismos platos que empleaba su familia, servido por unos hombres de cabeza esquilada al rape que llevaban sobre el uniforme un mandil á rayas.
Rara era la incursión de los bandoleros a la capital en que no se llevasen cautivo algún terranova, que pocos días después devolvían bien azotado y con la cabeza al rape. Con las mujeres terranovas hacían también lo mismo, y algo más.
Era también la hora en que el squire prefería hablar en voz alta, repartir rapé y palmear las espaldas de los invitados a seguir sentado frente a la mesa de «whist». Esta preferencia exasperaba al tío Kimble que, estando siempre alegre en las horas de los negocios serios, se ponía grave y hasta violento cuando se trataba de jugar y beber aguardiente.
La chaqueta, con dos filas de botones, tenía el talle recogido, amplio y largo el faldón y muy subidas las solapas, imitando vagamente una levita de militar. El bigote rojizo sobre una mandíbula fuerte y el pelo cortado á rape completaban esta simulación guerrera.
Palabra del Dia
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