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Actualizado: 19 de junio de 2025


El rótulo rezaba: «Apolonio Caramanzana, maestro artistaHabía un ancho escaparate, con límpida luna de cristal.

Era un sobre, manchado por el transcurso del tiempo, sin rótulo de ninguna especie. Repentino y formidable estrépito hízole volver el rostro amedrentado, y vió que la tapa del cofre había caido en su sitio, cerrándolo de nuevo. Volvió al lado del hogar, para leer el contenido del sobre: pero sus manos estaban de tal manera temblorosas, que no pudo verificarlo.

En una misma fecha cayeron, pues, dos cosas seculares, el trono aquel y la tienda aquella, que si no era tan antigua como la Monarquía española, éralo más que los Borbones, pues su fundación databa de 1640, como lo decía un letrero muy mal pintado en la anaquelería. Dicho establecimiento sólo tenía una puerta, y encima de ella este breve rótulo: Rubín.

Pendientes de la ancha charpa, de cuero también, que ceñía su cintura, había un revólver a un lado y al otro lado un enorme cuchillo de monte. En la mano derecha cubierta de guante de gamuza, tenía una escopeta de dos cañones, que descansaba en el suelo y sobre la cual se apoyaba. Por bajo, había un rótulo que decía: al ir a caza de tigres.

Pero examinando un momento la entrada, vimos que á la derecha del portal habia una mujer partiendo ostras. Decididamente, esto no puede ser ni teatro ni iglesia. Miro á lo alto de la entrada y descubro una enseña con este rótulo: Establecimiento de caldo. Yo lo leia y no me parecia prudente creerlo; mi mujer no lo creia tampoco. Penetramos.... ¿Cuál no fué nuestra admiracion?

La joven señala con el dedo un rótulo colocado arriba de la puerta y pregunta en voz baja y ansiosa: ¿Qué significa eso? En el rótulo se lee, en gruesas letras de oro, estas tres palabras: ¡Piensa en Fritz! Juan no contesta. Se deja caer en una silla, oculta el rostro entre las manos y llora amargamente. Gertrudis tiembla de pies a cabeza.

Quizá era porque el rótulo, extendido a lo largo de todo el edificio, con letras dibujadas en cada ventana, hacía resaltar de mala manera a aquellos que miraban por ellas, o quizá porque la palabra templanza siempre ha despertado en la idea de bizcochos flojos y chocolate de poca consistencia. A la verdad, la casa no convidaba.

El descubrimiento fue completo cuando encontraron en el jardín, en el suelo, entre unos matorrales de oxiacanto, los fragmentos de un frasco, en cuyo cuello una parte del veneno disuelto había dejado un reguero blanco, de cambiantes reflejos. Manifiestamente, había sido arrojado por la ventana, y tenía aún el rótulo que indicaba, con la fecha de la receta, la manera de tomar la poción.

Entonces vio frente por frente, iluminado por un farol, un rótulo de letras doradas que decía: «La Cruz Roja». Barinaga se cubrió, dio una palmada en la copa del sombrero verde y extendiendo un brazo, mientras se tambaleaba en mitad del arroyo, gritó: ¡Ladrones! , señor dijo en voz más baja , no retiro una sola palabra... ladrones; usted y su madre señor Provisor... ¡ladrones!

Maltrana se dejó caer en uno de los varios sillones que ostentaban el rótulo de «Doctor Zurita y familia», y allí quedó en agradable sopor, sin saber ciertamente si estaba dormido o despierto.

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