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Actualizado: 9 de junio de 2025
«¡Probrecilla! dijo Rubín, echando los terrones de azúcar en el vaso, con aquella pausa que constituía un verdadero placer . Dice usted que pasando miserias y muy arrepentida... ¡Cuánto se habrá desmejorado!». Le diré a usted... Precisamente desmejorarse, no; lo que está es así, muy... ensimismada. Pero sigue tan guapa como antes. ¿Y Santa Cruz, no...? Quite usted, hombre.
Loca, arroja a su hijo a un estanque, donde se ahoga; mientras que a su madre le da el narcótico deliberadamente, en todo el despejo de su juicio, y sin que el narcótico quite ni ponga al argumento o desarrollo de la acción. Es un refinamiento de diablura y de realismo pecaminoso, enteramente inútil y que está de sobra.
Yo no duermo nada si no llevo mis almohadas. A Agustín no hay quien le quite de la cabeza el llevar una jofaina para lavarse dos o tres veces en el camino. Mi maletita-tocador no se puede quedar atrás, porque no me gusta llegar a las estaciones hecha una facha.
El día que se me meta en el moño te clavo el corazón, con cuidao o sin él... ¿Qué te has figurao, viejo silbante, que después de lo que has hecho conmigo me ibas a tirar a la barredura, como un papel sucio?... ¡Ja, ja!... Que se te quite, infeliz. El traje, la actitud y la voz de la chula habían hecho pararse a algunos curiosos.
Me quité el sombrero ante el ilustre y orgulloso sucesor de la casa de los Delfines y de la barraca del Sena, me metí en el coche: al arco de la Estrella, grité al cochero, y á los quince ó veinte minutos me encontraba bajo esta pirámide colosal, bajo este enorme catafalco. Pero me olvidaba de una coincidencia que me hirió de un modo muy raro.
-Dime, demonio -dijo Sancho-, ¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar? -Ahora, señor gobernador -respondió el mozo con muy buen donaire-, estemos a razón y vengamos al punto.
Y como no le eche algo al condenado, me da muy mal rato». Si quiere usted... aguarde usted... yo... dijo Fortunata pasando revista mental a su pobre despensa. Quite usted allá, criatura... No faltaba más... ¿Piensa que no me puedo pasar...? No es que yo apetezca nada; lo tomo hasta con asco; pero me sienta bien, conozco que me sienta bien.
Y otra: lo que una sueña, ¿qué es? Pues cosas verdaderas de otro mundo, que se vienen a este... Todo puede ser, todo puede ser... Pero yo, qué quieres que te diga, dudo mucho que le den a una tanto dinero, sin más ni más. Que para socorrer a los pobres, un suponer, se quite a los ricos medio millón, o la mitad de medio millón, pase; pero tantas, tantismas talegas para nosotros... no, esa no cuela.
Que se te quite eso de la cabeza. Con decirte que me acordaba de Juan Bou y este me parecía un ramillete de rosas... ¡Pobre Gaitica! El día de la disputa ¡le escupí más...! Es un hombre con el cual no se debe hablar con palabras, sino con una zapatilla: es un bicho asqueroso. Aplastarlo y barrerlo luego.
La noticia de que era portador cayó en el vacío; la escopeta de don Bernardino marró el tiro lastimosamente. ¡A buen puerto iba con sus historias de empréstitos, sabidas de memoria y olvidadas de puro sabidas! Que se hacía el empréstito; perfectamente, ¿y qué? ¿quién beneficiaba de él? ¿el país? ¿el comercio? ¡Quite usted allá, señor don Bernardino! Muchos se encogían de hombros.
Palabra del Dia
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