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Actualizado: 31 de mayo de 2025
A lo que dijo don Quijote: -Caballero andante he de morir, y baje o suba el Turco cuando él quisiere y cuan poderosamente pudiere; que otra vez digo que Dios me entiende. A esta sazón dijo el barbero: -Suplico a vuestras mercedes que se me dé licencia para contar un cuento breve que sucedió en Sevilla, que, por venir aquí como de molde, me da gana de contarle.
Pero la hermana, Doña Josefa, dice que venga la mitra, y sea donde Dios quisiere, que ella no teme ir al fin del mundo, con tal de ver al reverendísimo en el puesto que le corresponde. Puede que tenga razón. ¿Y qué hemos de hacer nosotras más que conformarnos con la voluntad del Señor, si nos llevan tan lejos al que, amparándote a ti, a mí también me ampara?
-Sí doy -respondió don Quijote, que todo lo estaba escuchando-; cuanto más, que el que está encantado, como yo, no tiene libertad para hacer de su persona lo que quisiere, porque el que le encantó le puede hacer que no se mueva de un lugar en tres siglos; y si hubiere huido, le hará volver en volandas. -Y que, pues esto era así, bien podían soltalle, y más, siendo tan en provecho de todos; y del no soltalle les protestaba que no podía dejar de fatigalles el olfato, si de allí no se desviaban.
De aquí nace que los antiguos usaran mucho los jambos, y á nosotros nos estarán bien las redondillas; y si alguno quisiere hacer comedias en prosa, no le condenaré por ello, porque en la verdad las hará verosímiles más, aunque menos deleitosas: yo, á lo menos, soy tan aficionado á la buena imitación, que por ella olvidaré de buena gana el deleite del metro.»
Porque qualquiera que quišiere šalvar šu vida, la perderá: y qualquiera que perdiere šu vida por cauša de mi, la hallará. Porque de que aprovecha al hombre, ši grãgeáre todo el mundo, y perdiere šu alma? O, que recompenša dará el hombre por šu alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de šu Padre con šus Angeles: y entonces pagará
Entróse el Corregidor en una sala, y llamó al huésped de casa, el cual vino temblando a ver lo que el señor Corregidor quería. Y así como le vió el Corregidor, le preguntó con mucha gravedad: ¿Sois vos el huésped? Sí, señor respondió él ; para lo que vuesa merced me quisiere mandar. Mandó el Corregidor que saliesen de la sala todos los que en ella estaban y que le dejasen solo con el huésped.
Nuestro cuello ofreced á las espadas Vuestras primero, que es mejor partido, Que vernos de enemigos deshonradas. Yo tengo en mi intencion estatuido Que si puedo, haré quanto en mi fuere Por morir do muriere mi marido, Y esto mesmo hará la que quisiere Mostrar que no los miedos de la muerte Le estorban, de querer á quien bien quiere En buena, ó mala, en dulce, ó amarga suerte.
También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que sólo por saber el arte quisiere serlo; la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perficiónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfetísimo poeta.
Hízolo así Sancho y apartáronse los dos algo adelante, y díjole don Quijote: -Después que veniste, no he tenido lugar ni espacio para preguntarte muchas cosas de particularidad acerca de la embajada que llevaste y de la respuesta que trujiste; y ahora, pues la fortuna nos ha concedido tiempo y lugar, no me niegues tú la ventura que puedes darme con tan buenas nuevas. -Pregunte vuestra merced lo que quisiere -respondió Sancho-, que a todo daré tan buena salida como tuve la entrada.
-Todo puede ser -respondió Sancho-, mas yo sé que en lo de mi cuento no hay más que decir: que allí se acaba do comienza el yerro de la cuenta del pasaje de las cabras. -Acabe norabuena donde quisiere -dijo don Quijote-, y veamos si se puede mover Rocinante. Tornóle a poner las piernas, y él tornó a dar saltos y a estarse quedo: tanto estaba de bien atado.
Palabra del Dia
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