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Actualizado: 10 de junio de 2025
No lo creo, pero hablando con prudencia te diré, si quieres, que en lo porvenir todo puede ser admitido: se han visto conversiones más asombrosas. Corro en pos de algo que no encuentro.
Pues á la virtud de la bebía. ¡Sería milagro! ¿Cómo quieres que yo vocee si me has dejado en los huesos? No me ha quedado aliento ni para pedir los buñuelos por la mañana. Los amigos reían y vertían de vez en cuando una palabrita para que la disputa se alargase.
Y con el sobresalto se le cayó la vela de las manos; y, viéndose a escuras, volvió las espaldas para irse, y con el miedo tropezó en sus faldas y dio consigo una gran caída. Don Quijote, temeroso, comenzó a decir: -Conjúrote, fantasma, o lo que eres, que me digas quién eres, y que me digas qué es lo que de mí quieres.
Carmen se demostraba celosa de aquella amistad e interrumpía las pláticas de Adriana y Laura protestando: Hemos tenido la dicha de encontrar este encanto de amiga y tú te la quieres acaparar como si fuese únicamente tuya.
¿Por qué lloras? preguntó, acercando su rostro al de la dama. Lucía no contestó. ¿Por qué lloras? volvió a decir con ansiedad. ¿Te he ofendido? ¿Acaso ya no me quieres?...
Nela, pareces una almeja. ¿Qué quieres? Toma, toma esta peseta que me dio esta noche un caballero, hermano de D. Carlos.... ¿Cuánto has juntado ya?... Este sí que es regalo. Nunca te había dado más que cuartos.
Octavio, á modo de un goloso que, ahito y empachado por los confites, todavía, antes de retirar el plato, lleva las manos á él y se obstina en comer más, preguntaba á la niña blonda con acento melifluo: ¿Me quieres mucho? ¡Pero, hombre, qué matraca eres! ¡Cuántos millones de veces lo habrás oído en tu vida! Es que, vida mía, necesito oirlo hoy otra vez. Nunca lo he necesitado tanto como ahora.
¿Pues qué he de hacer, mamá, para castigar bien a doña Inés sin que tú te mueras de pena? Lo que debes hacer, ya que tienes con ella tanta satisfacción y trato íntimo, es cogerla sin testigos y entre cuatro paredes, darle allí tus quejas, leerle la sentencia y ejecutarla en seguida. ¿Y qué quieres que ejecute?
Sin embargo, a medida que la luz de la pálida mañana entra por el ventanillo, vuélvele la memoria y la conciencia de sí misma. Llama a Chinto ceceándolo. ¿Qué quieres, mujer? Vas a ir corriendo al cuartel de infantería.... Parece que ahora no sale la tropa de los cuarteles. Bueno. Si no está allí don Baltasar, a su casa.... ¿La sabes? La sé. ¿Qué le digo?
Como Julio a casa no va, ni quisiera yo que fuese, tú me harás un gran favor. ¿Pero no has conseguido acaso verte con él aquí, en casa? ¿Quieres una prueba mayor? No te enojes, Charito querida, y escúchame... También lo veo en casa de las Aliaga y es allí donde empecé a quererlo, tú lo sabes.
Palabra del Dia
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